Una trayectoria inusual, de unánime reconocimiento en Uruguay y el exterior, alcanzada a fuerza de trabajo: Águeda se fue haciendo un camino en el mundo del arte con sus propias manos. Agradecida con sus maestros
y su país, que le proporcionaron medios y oportunidades, estudiando duramente, renunciando a los facilismos, poniéndole a diario ganas, pensamiento y pasión, Dicancro construyó su propio universo, monumental y grácil, cargado de metáforas.
“Mi alma es un vampiro grueso, granate,
aterciopelado. Se alimenta de muchas especies y de sólo una. La busca en la
noche, la encuentra y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia.
Es una muñeca grande,
con rizos, vestido celeste.”
Marosa di Giorgio
Resulta sintomático y acaso risueño el debate que se ha d...
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