Hace 30 años varias corrientes pedagógicas consideraban a los “dictados” como un método obsoleto de enseñanza, un tedioso procedimiento que ponía trabas a la creatividad, motivo de frustración para los niños, e incluso un atentado contra la libertad de expresión. El procedimiento fue, en consecuencia, eliminado de las escuelas francesas. Pero el resultado no fue el esperable: “El nivel se ha derrumbado en estos últimos treinta años. Pensábamos que la cosa se había estabilizado, pero no ha sido así. Los franceses dominaban el 51 por ciento de las reglas gramaticales de base en 2010, hoy ese porcentaje descendió al 45 por ciento. Seis puntos menos en apenas cinco años”, comentó el especialista en pedagogía Pascal Hostachy, citado en el sitio web infobae.
Es por esta razón que en los programas escolares franceses del año próximo el dictado se reincorporará como una actividad obligatoria diaria; vuelven asimismo a las aulas el cálculo mental (en contraposición al uso de la calculadora) y la lectura en voz alta, que también habían sido considerados por las “nuevas pedagogías” (Pierre Bourdieu, Philippe Meirieu) como métodos castrantes y de fomento de la competencia. La ministra de Educación, Vallaud-Belkacem, anunció que el viejo método “permitirá garantizar una base sólida para todos los estudiantes, y esto pasa necesariamente a través de un aprendizaje diario, que incluye un dictado; hoy lo esencial es el dominio de la lengua”.
Algo tan simple como los dictados permite a los alumnos conocer las reglas de la gramática, ayuda a entrenar el oído para la entonación, de la cual se deduce la puntuación, propicia el contacto directo del alumno con la construcción de textos, además de que exige la atención y la concentración durante un tiempo específico, fomentándolas. También sirve como insumo para que el docente evalúe la ortografía y el aprendizaje del lenguaje, e incluso para identificar ciertos problemas congénitos, como la dislexia.
Y algo no menor, los dictados son una forma de disciplina, cualidad que de por sí no le hace daño a nadie y que, por el contrario, enseña a unos cuantos a lidiar con sus frustraciones. Muchos alumnos de hoy necesitarían unas buenas dosis de ella.