La mecánica es la siguiente: uno sube una foto suya con amigos o seres queridos a Facebook, con la idea de compartir un momento especial con sus contactos. Y es entonces que, cargada la foto, Facebook nos pregunta con total desparpajo: “¿Quieres etiquetar a fulano de tal en la foto?”, cuando ese “fulano de tal” es precisamente la persona que nos acompaña en esa imagen. Como por arte de magia y con total precisión, la red social acaba por deducir acertadamente que un rostro pertenece a tal o cual persona.
¿Cómo hace Facebook para saber instantáneamente nombre y apellido de alguien que aparece en una foto nueva, y que nunca antes había sido publicada? Resulta que una de las más inquietantes herramientas que utiliza indisimuladamente en su trajinar diario es un avanzado sistema de reconocimiento facial llamado Deep Face. Y es que, luego de años de pedir a sus usuarios que etiqueten con nombre y apellido a sus amigos, Facebook aprendió a hacerlo solo. Mediante el uso de un sofisticado algoritmo, el sistema trata de identificar los rostros y mide ciertos rasgos, como la distancia entre los ojos o el ancho de la nariz. Se dice que tiene un 97 por ciento de efectividad, mucho más que el 85 por ciento del Next Generation Identification, del Fbi. Y es que, claro, las fotos con las que Face-
book cuenta son muchísimas más, y además son más nítidas.
¿El reconocimiento facial de Facebook funciona igual para todo el mundo? Negativo. Cuando comenzó a implementarse el sistema, en 2012, el asunto no le cayó bien a la Unión Europea, y recomendaron a la red social deshabilitar la función para sus dominios. Desde entonces no se aplica para los usuarios que se encuentren en esa región. Un usuario del resto del mundo puede deshabilitarlo en las preferencias de su privacidad, pero por defecto el sistema está siempre activado, y la amplia mayoría de los usuarios ni siquiera tiene idea de qué es o para qué funciona. Para sacarlo, primero es necesario saber que existe.
Pero la cuestión es que la red social no sólo cuenta con una base de datos en la que el nombre del usuario se encuentra asociado a una inmensa cantidad de fotos, sino que además posee las herramientas para reconocer nuestro rostro una infinidad de veces más, en todas las fotos que vayan a existir en un futuro, siempre y cuando nuestras facciones no cambien demasiado. Y lo gracioso del asunto es que Facebook no obtuvo ilegalmente todo este cúmulo de información acerca de cómo somos, con quiénes nos vinculamos, nuestras ideologías y gustos, sobre nuestros trabajos, nuestras mascotas, los nombres y las características de los rostros de cada uno de los integrantes de nuestra familia, sino que los mismos usuarios hemos ido alimentando esa base de datos año tras año, alegre y sistemáticamente.