Mensajeros y alertadores en el banquillo - Semanario Brecha

Mensajeros y alertadores en el banquillo

Desde el martes pasado y hasta el jueves dos periodistas y dos “lanzadores de alerta” (o whistleblowers, ciudadanos que revelan secretos de empresas en las que trabajan con fines éticos y de transparencia) están siendo juzgados en Luxemburgo por su participación en el llamado Luxleaks, la filtración de documentos que demostró cómo el pequeño país europeo concedió escandalosas ventajas fiscales a grandes multinacionales.

A los tres, todos franceses, se les acusa de robo de documentos, acceso fraudulento a sistemas informáticos, violación del secreto profesional y divulgación de secretos comerciales. El Luxleaks había salido a luz a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, la misma estructura que difundió los Panama Papers.

Luxemburgo es un pequeño país de no más de 500 mil habitantes ubicado entre Francia, Alemania y Bélgica, y que ha oficiado casi como un paraíso fiscal en el corazón de Europa.

Los tres acusados son Antoine Deltour, un ex empleado de la consultora Price Waterhouse Coopers que habría sido quien copió unos 28 mil documentos relacionados con aproximadamente 350 acuerdos fiscales entre la administración luxemburguesa y grandes trasnacionales; Édouard Perrin, el periodista que reveló el escándalo en el programa de televisión Cash investigation, del canal France 2, en mayo de 2012; y Raphaël Halet, otro ex trabajador de Price Waterhouse que entregó una segunda tanda de documentos.

La defensa piensa citar ante los tribunales a jerarcas europeos, de la Ocde, especialistas en temas fiscales, legisladores y representantes de asociaciones como Tax Justice Network (Red por la Justicia Fiscal). Sindicatos de periodistas, partidos de izquierda, intelectuales y colectivos del más diverso tipo se dieron cita en Luxemburgo para defender no sólo a los tres acusados sino la figura del “lanzador de alerta”, considerada clave en el combate por la transparencia y la ética, según sostuvo un colectivo de periodistas franceses. En torno a Antoi­ne Deltour, uno de los inculpados, se ha constituido un comité de apoyo y en su favor circula una carta firmada hasta ahora por 100 mil personas, entre ellas Julien Assange y Edward Snowden. El año pasado Deltour recibió el premio Ciudadano Europeo 2015, otorgado por el parlamento de Estrasburgo, y el premio ético de la asociación Anticor.

“Muchas cosas han cambiado en Luxemburgo a partir del Luxleaks”, comentó Mike Mathias, integrante de la filial local de Tax Justice Network, militante del partido ecologista Los Verdes y flamante miembro del Consejo de Estado del Gran Ducado. Desde que estalló el escándalo el país ha tomado varias medidas para dejar atrás su imagen de cuasi paraíso fiscal. En enero de 2015, por ejemplo, suprimió el secreto bancario, y ha tomado disposiciones para adaptarse a las normativas europeas. Bajo presión, la Comisión Europea, dirigida por Jean Claude Juncker, un democristiano que fuera primer ministro de Luxemburgo durante 19 años, tomó resoluciones que favorecen una mayor transparencia y decidió revisar varios acuerdos fiscales firmados entre el gobierno del ducado y empresas como Fiat y Amazon. “Se está produciendo, de a poco, un cambio de mentalidades en este pequeño país que ha sido una plaza financiera sobredimensionada. Este proceso judicial está siendo seguido con atención en todo el planeta y ello ha llevado a que los grandes empresarios y el sector financiero de Luxemburgo, habitualmente arrogantes, hayan permanecido hasta ahora en silencio”, dijo Jean-Sébastien Zippert, integrante del comité de solidaridad con los tres acusados.

Artículos relacionados