Militar la sensibilidad - Semanario Brecha

Militar la sensibilidad

Mujeres músicas en el Bar Andorra.

Clara García, Julia Somma, Eva Luna y Mikaela Echeverría, participantes del ciclo de cantautoras en el bar Andorra / Foto: Santiago Mazzarovich

Con motivo del mes de marzo, el bar organizó un ciclo del que participarán dos bandas y dos solistas. Brecha conversó al respecto con Mikaela Echeverría y Eva Luna, de Mansalva, con Julia Somma, de Animales de Poder, y con Clara García, que está realizando un trabajo de rescate e interpretación del cancionero de Amalia de la Vega.

—¿Cómo se estructura el ciclo?

Clara García —El lunes 9 toca Animales de Poder, el miércoles 11 toco yo, acompañada por Sebastián Rey, el lunes 23 toca Mansalva y el miércoles 25 Niña Tormenta, una invitada especial que viene de Chile.

—¿Qué sentido tiene participar de este ciclo?

Mikaela Echeverría —A nosotras, Mansalva, siempre nos llama participar de ciclos que tengan un trasfondo feminista, porque son espacios de visibilización y ambientes mucho más amenos, cómodos y cuidados.

—¿Y cuál es la diferencia con un espacio no cuidado?

Eva Luna —La gente que arma ciclos de mujeres suele tener razones claras por las que quiere que toquemos, y considera que es importante que sigamos adelante. Esa gente es la que vuelve cómodos los espacios.

M E —Más que el hecho de que sean varones o mujeres quienes nos convocan, es muy importante que sea desde lugares donde las cosas se hacen colectivamente. Aunque no sean planteos plenamente feministas, es fundamental que se trate de proyectos que tengan en cuenta todas las partes. Tenemos que tener alguna idea política común con esas personas, ciertas lógicas que nos acerquen.

—¿El arte que hacen es político?

C G —¿Hay música no política? Está bueno pensar la política, tener posturas conscientes. Comparto que está bueno que el ciclo tenga una intención clara. La propuesta en la que estoy trabajando ahora, que implica revisitar el trabajo de Amalia de la Vega, trae al presente a una compositora, gran cantora, que tocaba la guitarra muy bien. Es hermoso descubrir que ella misma buscaba repertorio de compositoras contemporáneas. Tal vez partía de un sentimiento prefeminista, ¿no? Es muy interesante buscar quién compuso una canción y descubrir que se trata de una argentina, o una chilena, que era compositora, que era investigadora. Es el trabajo encadenado de muchas mujeres, y yo sigo esa cadena.

—En el caso de Animales de Poder, ¿cómo piensan la relación entre el arte y la política?

Julia Somma —Nuestra música está directamente vinculada a la relación que tenemos como amigas. La música atraviesa nuestra vida, se trata de plasmar cómo el mundo nos transforma. Es imposible negar la política. Y a la hora de elegir dónde tocar, lo primero que priorizamos es nuestra pequeña burbuja energética. Somos tres personas muy sensibles, tratamos de cuidarnos mucho.

—¿Han sentido alguna traba por el hecho de ser mujeres?

J S —Yo toco percusión, que dentro de la música es un área muy masculina. Cuando era más chica me pasaba de ir a tocar, estar armando mis percusiones, y que asumieran que yo no era la percusionista porque soy mujer. También iba a una academia y todos mis compañeros eran varones; yo resaltaba por ser mujer. Esa distinción, por más que puede parecer celebratoria, es discriminatoria: toco el tambor, no soy más ni menos, soy una persona, una igual.

C G —Yo soy un poco más grande que ellas, y creo que el ambiente de la música sigue teniendo su tinte machista. La sensación es que tenés que marcar la cancha firmemente para que no vengan a decirte cómo tenés que hacer las cosas. Hay músicos que son flexibles y no están, ni ahí, en un lugar de “ay, esta mina me dice a mí lo que tengo que hacer”, pero también hay de los que te dicen a todo que sí y después tocan lo que quieren. Hay de todo.

—¿Cuáles son los métodos de composición de Mansalva?

E L —Cada canción nace de una forma distinta. Todas escribimos, todas tenemos letras que al principio no son letras, pero terminan siéndolo. Y la música es lo que más hacemos todas juntas. Alguien trae un cachito de algo y el resto la sigue.

M E —La autoría es colectiva. Lo que se trae es distinto a lo que termina siendo, y lo que termina siendo es de Mansalva.

—¿Esa idea de autoría colectiva tiene algo que ver con ser mujeres?

E L —Uh, capaz que sí… Igual yo supongo que si fuera hombre, sería igual a como soy, tendría los mismos amigos [risas].

—Es una idea rara. Es difícil pensar en bandas uruguayas que tengan esa característica.

M E —Crear juntas implica respetarnos al máximo. Creemos en lo colectivo en sí mismo, en la búsqueda que hacemos juntas.

J S —En Animales de Poder somos plenamente colectivas a la hora de componer. Alguna trae un texto, Agus una guitarra, yo una serie de ritmos… hay un punto de partida, y a partir de eso cerramos las canciones entre todas.

—En tu caso, Clara, ¿qué pasa con la sensación de cantar canciones que son tan viejas?

C G —Las siento supervigentes, a veces más que las que compongo hoy en día. Hay algo en la simpleza de sus letras que sigue siendo válido porque se trata de cosas básicas de la vida: el amor, el desamor, una carrera de caballos, un mate amargo. En cuanto a interpretar a Amalia, lo disfruto mucho, lo siento familiar.

—¿Es necesario fijarse metas para hacer un camino artístico?

M E —En Mansalva nos ponemos metas que no cumplimos, eso es lo que más se repite [risas].

E L —Cada año es distinto. El año pasado dijimos que no íbamos a tocar mucho porque queríamos meternos para adentro y componer, y al final nos salieron más toques que nunca. Este año queremos grabar un disco.

—¿Relacionan el hecho de tener tantos toques con ser una banda de mujeres?

M E —El movimiento feminista nos apoya mucho. Tocar aparece como algo necesario; es un momento de comunión y estallido compartidos.

—¿Y en el caso de Animales…?

J S —Somos de ponernos metas. El año pasado grabamos un disco y este año va a ser más formal, porque el disco va a salir y lo queremos presentar en alguna sala linda.

—¿Sale por algún sello?

J S —Sale independiente. Va a ser digital, aunque la idea es hacer, también, algunas ediciones físicas. Ese hecho histórico, hermoso, nos obliga a, por ejemplo, juntar dinero, así que necesitamos producir toques nuestros durante el año.

 —¿Qué papel juega la imagen en su proyecto artístico?

J S —Es algo que venimos discutiendo con esto de la salida del disco, porque hay que acompañarlo con un arte. Nunca habíamos hecho el ejercicio de pensarnos como cuerpos escénicos.

—¿Cuáles son los riesgos de generar una estética visual?

J S —Muchísimos [risas]. Da miedo tener que definirse. Discutimos mucho si hacer algo ilustrado o con fotos, y después Juan Pedro, que es diseñador gráfico y viene construyendo un universo visual de la mano de la banda, nos convenció de que teníamos que estar en la tapa de alguna forma. Eso nos interpeló; yo pienso en Animales y pienso en el afuera, en el público, no en nosotras, que somos muy metidas para adentro y nos cuesta tomar conciencia de que alguien nos ve. Además, algo central en nuestro proyecto es la experiencia en vivo, el momento. Ningún video logra transmitir eso.

C G —Yo también pienso que los videos no representan lo que pasa, energéticamente, en el momento. Siempre he evitado un poco el tema de la imagen. Quizás la música tendría que poder quedarse un poco más sola; últimamente parece que siempre hay que escuchar música mirando algo al mismo tiempo. Yo tocaba a dúo con una colega compositora y nos rehusábamos a sacar videos en redes porque la gente nos iba a ver en vivo y se sorprendía. Es un medio tan chico… Pero bueno, la imagen está buenísimo trabajarla artísticamente, de la misma manera que lo musical.

—¿Y en el caso de Mansalva?

E L —Acabo de cuestionármelo por primera vez, ¿cuál es la imagen de Mansalva? Estamos naciendo, me siento una banda bebé. Ese bebé no tiene cara [risas]. O mejor dicho, irá cambiando de cara cuando crezca.

—¿Se sienten parte de la escena de la música uruguaya?

M E —Es increíble la música uruguaya. Hay músicos y músicas por todos lados haciendo cosas hermosas. En ese aspecto, me siento muy nutrida.

—¿Se sienten parte de algo generacional?

E L —Sí, claro, y por fuera de la cosa megamasiva. Vos me decís la escena uruguaya, y si estamos hablando de La Vela Puerca o El Cuarteto de Nos, nada que ver. La gente de nuestra edad va recorriendo caminos de autogestión, no sólo en la música, sino en la forma de vivir. Eso es lo que nos conecta.

—¿Eso tiene que ver con los feminismos, la lucha LGTBI+, el movimiento social?

M E —Sin duda. Se trata de militar la sensibilidad.

J S —Nos sentimos parte de algo que va más allá del tipo de música que hacemos, que rompe esas barreras. Tiene que ver con lo colectivo, con un montón de ideales que compartimos. La idea es transmitir eso a la comunidad, porque lo social nos atraviesa.

C G —Gracias a todas estas movidas feministas más jóvenes, veo que en mi generación, un poco anterior, había como un germen. Con Viviana Ruiz, lo que hacíamos iba en ese sentido, a veces de forma más consciente y a veces más inconsciente. Sé de colegas músicas que nos vieron tocar y ahora me dicen “pah, cuando las vi a ustedes sentí ganas de hacer música, supe que las mujeres podíamos hacer música”.

—¿Qué relación tienen con los medios masivos de comunicación?

E L —Cuanto más lejos estemos, mejor.

J S —Nunca digas nunca.

E L —No va a pasar.

M E —Bueno, es cierto que si sale una nota en el diario, te van a conocer más, y si tenés una nota, tenés otro papelito para poner cuando te presentás al Fonam. Pero la fuerza está en otro lado.

J S —Si el día de mañana nos llega una invitación de un programa que sale a las dos de la tarde en Teledoce, algo estamos haciendo mal.

—¿Para qué hacer música en la vida cotidiana? J S —Para sobrevivir. El año pasado fue muy irregular en ensayos, y nos dimos cuenta de que un montón de tristezas y lugares oscuros a los que íbamos estaban directamente relacionados con el hecho de no encontrarnos con la música. Tenemos que aceptar eso, asimilarlo: hay que tocar para sobrevivir. Y para conectarnos con la gente.

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