Hacer un trámite en el país de las vanguardias es más o menos equiparable a recorrer un largo vía crucis por el rebaño de la burocracia. Cada estación tiene lo suyo: a veces son esperas en oficinas de paredes humedecidas y sillones de cuero ultrajado. Largas colas entre columnas de mármol negro, alfombras desvencijadas, flores sintéticas y banderas llenas de hollín. Bien por detrás de los escritorios, el patriarca observa con traje militar, apoyado sobre la puerta de la Ciudadela, el lento andar del engranaje del Estado. A las milicias de jubilados, oficinistas y empresarios se suma ahora un ejército de jóvenes. La proliferación de empresas unipersonales embatata a las nuevas generaciones a recorrer los intrincados entresijos de las oficinas públicas.En agosto del año pasado, entrevistado...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate