“Este miserable ignorante, payaso a tiempo parcial y sociópata a jornada completa va a ser nuestro próximo presidente.” Así se refiere, queriendo estar equivocado, el documentalista Michael Moore, ganador de un Oscar por su célebre Bowling for Columbine, respecto del candidato republicano, Donald Trump. En su página web, Moore se explaya en un dolido artículo sobre las cinco razones por las cuales considera que Trump ganará en noviembre.
En un principio asegura que no tiene nada de bueno negar la realidad “tratando de calmarse a sí mismo con ciertos hechos, como que el ‘77 por ciento del electorado son mujeres, personas de color y adultos jóvenes menores de 35 años’, y que Trump no podría ganar la mayoría de ninguno de ellos”. O recurriendo a la lógica que sostiene que “‘la gente no va a votar por un bufón, o en contra de sus propios intereses’. Pero esas son las formas que tiene nuestro cerebro de protegerse de un trauma. Al igual que cuando se oye un fuerte ruido en la calle y se piensa ‘Oh, un neumático acaba de explotar’, o ‘Wow, alguien está jugando con petardos’, cuando no queremos pensar que lo que se acaba de oír es el tiro de un arma”.
La primera de las razones que señala Moore para esta funesta predicción es la pérdida de votos demócratas en los cuatro estados del cinturón industrial de Estados Unidos: Michigan, Ohio, Pennsilvania y Wisconsin, estados en los que últimamente viene ganando mayor adhesión el voto republicano. El apoyo de los Clinton al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) así como al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Tpp), además de otras políticas comerciales que perjudicaron la economía de estos estados, debilitó el apoyo a los demócratas, y es la carta que Trump está jugando en este momento para la región. “Cuando Trump se colocó a la sombra de una fábrica de Ford Motor durante las primarias de Michigan, amenazó a la empresa de que si, efectivamente, seguía adelante con su cierre planificado y se trasladaba a México, él impondría un arancel del 35 por ciento a todos los autos construidos en México y enviados de regreso a Estados Unidos. Era música dulce para los oídos de la clase obrera de Michigan, y cuando soltó su amenaza a Apple de que los obligaría a dejar de hacer sus iPhones en China para construirlos en Estados Unidos, los corazones se conmovieron, y Trump se alejó con una gran victoria que debería haber ido al gobernador John Kasich.” Según Moore, Trump no necesita a Florida, ni Colorado o Virginia para ganar, sino que le basta con conquistar esos cuatro estados del cinturón industrial.
El segundo de los argumentos refiere a un ancestral machismo imperante en el corazón de Estados Unidos, ya que con Hillary Clinton como presidenta se acabaría una hegemonía de 240 años de hombres gobernando, algo que de por sí cae muy mal a un sinfín de personas. El tercero tiene que ver con la falta de convencimiento que despierta la misma Hillary, ya que un 70 por ciento de los votantes piensa que no es de fiar y que es deshonesta. Es vista asimismo como una representante de la “vieja política”, y no pareciera una candidata capaz de movilizar al ala más progresista de la población, como lo pudo haber hecho Obama en su momento, o Bernie Sanders cuando estaba en las primarias.
La cuarta razón está relacionada con la anterior, y tiene que ver con el voto “deprimido” de quienes apoyaron a Sanders. Este sector al que Sanders llamó para votar a Hillary está lejos de ser militante, y por ello no son votantes que hagan campaña o busquen convencer a otros.
La quinta de las razones es la más inesperada, y quizá por ello la más interesante: “No subestimemos la habilidad del electorado de ser malvado”, señala Moore. Según el cineasta, en Estados Unidos tiene una fuerza inusitada el “efecto Jesse Ventura”, y la cabina de votación sería “uno de los pocos lugares que quedan para la sociedad en los que no hay cámaras de seguridad, ni micrófonos, ni esposas, ni hijos, ni jefes, ni policías, ni siquiera hay límite de tiempo. (…) Millones van a votar por Trump no porque estén de acuerdo con él, no porque les caiga bien su intolerancia o su ego, sino simplemente porque pueden hacerlo. (…). ¿Recuerdan cuando en los años noventa el pueblo de Minnesota eligió a un luchador profesional como su gobernador? No lo hicieron porque fueran estúpidos o pensaran que Jesse Ventura era una especie de hombre de Estado o un intelectual político. Lo hicieron simplemente porque podían hacerlo. Minnesota es uno de los estados más inteligentes del país. También está lleno de personas que tienen un sentido del humor oscuro, y votar a favor de Ventura era su versión de mofarse de un sistema político enfermo. Esto va a suceder de nuevo con Trump”. En definitiva, muchos votantes, en un despliegue de rebeldía adolescente, votarían a Trump por querer sentarse a ver ese reality show del monigote republicano agitando y rompiéndolo todo en pedazos.
Añade Moore: “Si la gente pudiera votar desde el sofá de su casa” Clinton ganaría “por goleada”. Pero la gente “tiene que salir de sus casas y hacer cola para votar. Y si viven en vecindarios pobres, negros o latinos, no sólo se encontrarán con una fila más larga, sino que además todo estará montado para impedir su voto”.