AUTORES Y TEMAS. Vale la pena destacar la importancia que la Comedia Nacional les otorgó a los dramaturgos uruguayos a través del estreno o nuevas versiones de obras escritas por Carlos Manuel Varela, Antonio Larreta, Carlos Liscano, Dino Armas, Raquel Diana, Diego Arbelo, Franklin Rodríguez, Jimena Márquez, Milton Schinca, Santiago Sanguinetti, Alberto Paredes y, claro está, Florencio Sánchez, una lista en la que también debería haber figurado el recientemente fallecido Víctor Manuel Leites. Fuera del elenco oficial, un nuevo trabajo a propósito de La pecera reafirmó el estilo sugerente y el acabado diseño de personajes que manejaba Eduardo Sarlós, tampoco incluido por la Comedia.
Los diversos géneros, como es habitual, se dieron cita semana a semana al tiempo que temas de especial relevancia asomaban en distintas puestas. Tal el caso de Día 16, de Federico Roca, con dirección de Alicia Dogliotti, acerca de mujeres abusadas o maltratadas; Todo por culpa de ella, del ruso Ivanov, dirigida por Graciela Escuder, y su mirada a las relaciones humanas transformadas por la computación; Tal vez tu sombra, del mismo Roca, dirigida por Lucho Ramírez, que se internaba por los vericuetos del amor, el sexo y la creación; Que p…a.s.s.e. el que sigue, de Juanse Rodríguez, con dirección de Virginia Ramos, con su aguda mirada a la desatención de los centros asistenciales locales; Tengo una muñeca en el ropero, de la argentina María Inés Falconi, dirigida por Alfredo Goldstein, empeñada en revelar las confesiones de un muchacho “diferente”; La pipa de la paz, de Alicia Muñoz, otra argentina, dirigida por Carmen Morán, con sus irónicos planteos a propósito de los lazos familiares; De algún tiempo a esta parte, del europeo Max Aub, con dirección de Mariana Wainstein, contundente testimonio sobre los alcances del racismo en las primeras décadas del siglo pasado, y Julius, reportaje al pie del patíbulo, de Fucik, otro europeo, dirigida por Juan Tocci, desolada narración del día a día de un prisionero de un campo de concentración. La enumeración que antecede, por cierto, puede hacer lugar a la mención de la disfrutable comedia musical Mucha mujer (Todas somos una), de Luis Trochón y Pablo Rivero, que dirigiera el primero, además de los clásicos que cualquier temporada que se precie de su eclecticismo debería incluir.
LOS TALES CLÁSICOS. Al evocar los grandes autores de todos los tiempos se hace lugar para nuestro Florencio Sánchez, quien este año pasado inspirara un original trabajo de Marianella Morena a partir de Barranca abajo. Mariana Maeso, por su parte, apeló a un elenco joven para poner en escena una movida versión de Macbeth, de Shakespeare, habida cuenta de la forma en que María Dodera y Susana Anselmi actualizaban escenas de otro inmortal, pero español, en Burlesque. Las mujeres de Cervantes, dirigida por la primera, tarea que con similar intención llevara a cabo Stephen Berkoff en la festejable Los villanos de Shakespeare, que dirigiera Marcelino Duffau. Gorki, adaptado por el argentino Mauricio Kartún, se hizo presente en El Galpón por medio de Los pequeños burgueses. Chéjov, otro maestro ruso, motivó a su vez Se estropeó el asunto, labor que sirviera de presentación a la directora Rossana Tocoli. El excepcional texto de O’Neill Viaje de un largo día hacia la noche, por su parte, dio lugar al lucimiento de Nidia Telles, Roberto Jones y Álvaro Armand Ugon en una esmerada puesta de Jorge Denevi. Otra vez Shakespeare, Romeo y Julieta mediante, abrió paso a Verona, ciudad de amor y furia, en la cual Iván Solarich se atrevía a trasladar a los eternos amantes a un ambiente oficinesco de hoy en día. En su idioma original aunque con muy bien intercalados subtítulos, la ya nombrada Susana Anselmi al frente del grupo The Company reavivó el encanto de Noche de reyes en su propia salsa. La gente del independiente El Tinglado, finalmente, de la mano de José María Novo, rescató del olvido el valioso sainete Tu cuna fue un conventillo, del argentino Vaccarezza, con apreciables despliegues de canto, baile y desplazamientos por el bien utilizado espacio.
AIRES FRESCOS Y ADIOSES. Los ojos abiertos de ella, inspirado texto de Raquel Diana, dio pruebas de la mano rigurosa y atenta del actor Miguel Pinto en tareas de dirección, rol que le sirvió asimismo a la novel Gabriela Sosa para llevar adelante las inquietudes de María José Scomajenghi en Vesania, nada es tan cruel como el silencio, carta de presentación de la gente de Aquerón.
La atención de los espectadores del año 2016 se posó además con insistencia en la Ciudad Vieja, que aparte de las tres salas del Solís cuenta con el espacio Del Museo en la peatonal Sarandí, Platea Sur en la perpendicular Bartolomé Mitre, Tractatus y Las Bóvedas en plena rambla portuaria.
A lo largo de 12 meses en los que afloraron muchos más títulos que los citados por esta nota, dijeron su adiós no sólo el dramaturgo Víctor Manuel Leites sino también a la celebrada actriz, directora y docente Mary da Cunha –a comienzos de la temporada, en La Candela, había dado a conocer La china, su última labor de dirección–, el itálico autor y actor Dario Fo, la graciosa comediante Rosario Ambrosini, el movedizo Ernesto Somoza, un egresado de la escuela galponera que años atrás diera impulso desde la dirección –¡y en inglés!– a mucha gente que recién comenzaba, para luego, en los últimos años, dedicarse por entero a la publicidad, y la emprendedora maestra y directora María Ema Núñez, de la ciudad de Maldonado. Todos ellos, no cabe duda, permanecen ahora detrás del telón para darles impulso a aquellos que no escarmientan.