La autoinserción en una obra propia puede ser una afirmación de la figura del artista, como hacen Vélazquez o Van Eyck insertándose en Las meninas y El matrimonio Arnolfini, respectivamente. Pero volverse sujeto de una obra puede superar ese reconocimiento inmediato y buscar otra expresión desde los recovecos del espíritu dañado, liberando las penurias de la interioridad encarcelada, como sucede con los cuadros de Frida Kahlo y su fascinación por una verdad que se encuentra solo a través de la pintura. El autorretrato dista de la autobiografía, no busca abarcar una totalidad siempre parcial de la existencia propia; captura un recorte personal para expresarse en presente. Aún cuando el cine puede dar cuenta de una temporalidad extensa, la inmediatez de la captura fotográfica y su fuga...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate