A pesar de las resoluciones de Naciones Unidas y de todos los acuerdos firmados, el día final de la campaña electoral el líder del Likud jugó su última basa contra la creación de una Palestina libre, pero no sólo por razones electorales; el clima regional y global fueron los habilitantes para que Netaniahu pateara el tablero, las hojas de ruta y todos los acuerdos firmados desde 1948.
La situación política de la Autoridad Palestina es inestable. La “alianza” –llamémosla así– de Hamas con la Olp se funda en la desconfianza. El golpe de Estado de 2007 contra el gobierno de Hamas está fresco en la memoria de todos, y peor aun, el acuerdo de Mahmud Abbas con Israel para permitir y apoyar la expulsión de Hamas del gobierno, al que había llegado por elecciones limpias e indiscutibles. La ambivalencia de la Olp no pudo ser contrarrestada por su postrer intento de llevar a Israel al Tribunal de La Haya por crímenes de lesa humanidad. El rechazo de la comunidad internacional al ingreso de Palestina en el mecanismo de la justicia global le recordó a la Olp que el derecho internacional no es para los palestinos. Y no fue casual que la región no hiciera nada por ellos. La Olp y Hamas no asumen que se han transformado en moneda de cambio del nuevo equilibrio regional, y que la victoria de Netaniahu implica que habrá un final favorable a Tel Aviv, que en el mejor de los casos para “Bibi” será la anexión de Cisjordania, transformada para siempre en Judea.
Enfrascados en una guerra de desgaste, Siria, Jordania e Irán no operan en el conflicto palestino-israelí, con el agregado de que el deshielo entre Irán y Estados Unidos hizo que los aliados de Teherán, Hamas y Hezzbollah, bajaran los decibeles del conflicto con Tel Aviv en apoyo a su más importante aliado. Esta situación permite a Israel avanzar contra Palestina ganando hectárea tras hectárea de territorio en Cisjordania, reprimiendo las protestas y encarcelando militantes y pobladores, sin que nadie mueva un dedo. Quizá nunca como hoy el pueblo palestino estuvo tan solo, y esa soledad es directamente proporcional al avance imparable de Israel que, aparentemente, tiene ganada la partida. Si es así, el rediseño del Oriente Medio tendrá, además, un Israel consolidado en sus límites histórico–bíblicos y con un gobierno ultra conservador. La afirmación del Likud, del liderazgo de Netaniahu y de los partidos de derecha será fundamental en el proceso de reordenamiento y, por tanto, Israel sería uno de los jugadores más importantes de este ajedrez, pero empoderado por su victoria histórica sobre Palestina y sus aliados. La región, Rusia y Estados Unidos ¿habrán sacrificado a los palestinos como pago para reformular el Oriente Medio y sacar beneficios? ¿El éxito del chiismo y su expansión en Irak se realizó sobre el sacrificio de la causa palestina? ¿El nacimiento del Kurdistán se fundará en la muerte de Palestina como país independiente y como nación? ¿El golpe del general Sissi en Egipto fue para aislar a Gaza y Cisjordania de forma absoluta? ¿Cuánto del interés por el gas en la plataforma marítima frente a Gaza hay en esa decisión? ¿Es Palestina, entonces, la moneda de cambio del nuevo equilibrio regional? El tiempo lo dirá. Tal vez las decisiones de la zona las terminen tomando los dos nuevos poderes que emergerán victoriosos, el Israel ultra conservador y la teocracia iraní. Quizá se descubra, entonces, que ambos tienen más en común de lo que se creía.