Turquía, lunes 31 de marzo de 2015. A las 10.36 comenzó el apagón a nivel nacional. La compañía eléctrica Teiaş adujo un problema de trasmisión de la energía proveniente de Europa. El corte dejó sin electricidad a las ciudades más grandes y también a la mayoría de las provincias. Los semáforos dejaron de funcionar, el tránsito se volvió un caos. El metro y los famosos tranvías de Estambul cesaron sus viajes, lo que complicó la asistencia a todas las instituciones y la vida en algunas en particular, como los hospitales. Parecía el fin del mundo. El apagón duró alrededor de diez horas y muchos comentaron que se trataba de un ataque terrorista. El 30 de marzo un avión de la compañía Turkish tuvo que regresar luego de despegar rumbo a San Pablo, porque en el baño se encontró una nota con la palabra “bomba”.
Como trascendió con inmenso revuelo mediático, pasadas las 12.30 dos hombres armados pertenecientes al Partido Revolucionario de Liberación Nacional-Frente (Dhkp-C) ingresaron vestidos como abogados al Palacio de Justicia en el distrito de Caglayan, en Estambul. Aprovecharon el caos que generó el apagón, subieron hasta el sexto piso, ingresaron al despacho del fiscal Mehmet Selim Kiraz y lo mantuvieron secuestrado durante horas.
Kiraz era el investigador de los sucesos vinculados a la muerte de Berkin Elvan en una de las manifestaciones contra el gobierno en 2013. Elvan era kurdo, tenía 15 años, había ido a comprar pan cuando recibió un disparo en la cabeza que lo dejó en coma hasta morir 269 días después. Los secuestradores exigían saber quiénes le habían disparado y la confesión en televisión de los culpables.
El edificio fue evacuado. La policía ingresó con francotiradores. Casi seis horas después se escuchó una explosión y disparos. Murieron los secuestradores y horas después Kiraz murió en el hospital.
Durante las horas del secuestro, el Dhkp-C hizo circular en Internet imágenes en las que Kiraz aparecía amordazado, con un hombre encapuchado apuntándole con un arma en la sien. La imagen recorrió el mundo. Hasta que el gobierno turco decidió que no quería que la foto siguiera circulando, y solicitó a Google, a Youtube, a Blogger, a Twitter y a Facebook que retiraran la imagen. Pero los gigantes, si bien son bastante rápidos, tampoco pueden hacer magia. Entonces el gobierno turco directamente bloqueó el acceso a esas direcciones. Los usuarios encontraban el mensaje “El acceso a este sitio está bloqueado por una decisión de la Corte”.
Allá por 2013 los turcos supieron usar las redes para organizarse y manifestar contra el gobierno de Erdogan, que a su vez los reprimió salvajemente. Las manifestaciones no existían para los medios turcos, pero las redes y especialmente Twitter se transformaron en un medio de comunicación y también de coordinación.
Aquellas manifestaciones en la plaza de Taksim también inspiraron al gobierno a censurar el acceso a las redes sociales. Muchos turcos evaden la prohibición usando una red privada virtual (Vpn) y utilizan el navegador anónimo Tor.
En 2014 se publicaron en Youtube (y todavía siguen allí, pero vedadas para los turcos) las supuestas conversaciones de Erdogan dando instrucciones para repartir millones a su hijo Bilal. Rápidamente dieron de baja a Youtube en Turquía.
En febrero de 2014 se aprobó una ley que permite a la autoridad de telecomunicaciones bloquear una página web sin tener una orden judicial, lo que evita la burocracia del Estado y acelera la censura. Esa misma ley establece que las empresas proveedoras de Internet deben archivar durante dos años todos los datos de los usuarios. La ley está lejos de los estándares de la Unión Europea, que mira a Turquía con sospecha.
Pero no sólo se bloquean los sitios web en sí, la ley también permite censurar sitios, publicaciones o videos que contengan alguna palabra indeseada. El gobierno supervisa directamente los contenidos a los que acceden los ciudadanos, y sobre todo aquellos a los que no acceden.
En marzo de 2014, según la Bbc, Erdogan había dicho al canal turco Atv: “No dejaremos a esta nación a merced de Youtube y Facebook, tomaremos las medidas necesarias en el sentido más duro”, aduciendo que son sitios que contienen “todo tipo de inmoralidad y espionaje”.
Mientras muchos usan las redes para publicar fotos de perros y gatos, otros se organizan para defender su libertad. La migración masiva de turcos al navegador anónimo Tor (torproject.org) genera paulatinamente una Internet paralela, ya no sólo para pornografía y venta de armas y drogas, sino también para la libre expresión.