Las hordas no han bajado del Cerro. La llama de la refinería sigue encendida. El campo continúa la zafra. La carne se despacha. La fruta se reparte. La basura se recoge. Las grandes superficies y el medicamento continúan facturando. Los sindicatos –no sólo ellos– multiplican las ollas populares, mientras reclaman protocolos de salud y garantías para los que cumplen tareas esenciales, en medio de un país donde el sentimiento nacionalista frente a la pandemia tiende a desaprobar los posicionamientos de clase (de la clase trabajadora).
“Estoy
hablando contigo y mirando la cosecha. Están todos
trabajando.” El hombre que mira es Richard Olivera, representante del Sindicato
Único de Trabajadores del Arroz y Afines en el Arrozal 33. Los que están
trabajando: peones que, según el sindicalista, lle...
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