Miradas sobre el segundo Congreso Uruguayo de Sociología
¿Hay una nueva clase alta en Uruguay?, ¿la movilidad ascendente ha disminuido?, ¿las distancias entre las clases son más pronunciadas?, ¿la movilidad y la herencia son iguales para hombres y mujeres? Estos son los disparadores del estudio “Reproducción social y movilidad social en Montevideo 1996-2010” que compara, a lo largo de los últimos 50 años, las trayectorias socio-ocupacionales de los hombres y mujeres en nuestro país, midiendo la desigualdad social a partir de las historias de vida y los tipos de ocupación.2
Y más importantes que las preguntas son los resultados: “la sociedad ha cambiado y está empezando a ser menos desigual de lo que era; está convergiendo hacia otros patrones socioeconómicos”, adelantó el doctor en sociología Marcelo Boado.
Parece que la sociedad uruguaya empieza a transformarse y desde el año 1996 más personas en la cumbre logran “retener su origen” socioeconómico, es decir, hubo una tendencia al cerramiento en las clases más altas. La movilidad se da no en la cumbre ni en la base sino en las posiciones intermedias de la escala social; trabajadores no manuales, no calificados, dueños de pequeñas empresas, trabajadores manuales calificados. En pocas palabras: “se ha estirado las desigualdad entre las posiciones extremas y se han robustecido los movimientos cortos en el sector intermedio de la escala social”, explicó el sociólogo.
El estudio comprobó además que hombres y mujeres eran bastante diferentes entre sí en el año 1996 y sus trayectorias de vida comienzan a parecerse hacia el año 2010, en gran parte gracias al éxito de las políticas de igualdad de género aplicadas en nuestro país.
En cuanto a la variable “capacidad de heredar capital”, en el año 1996 las trayectorias de los hombres eran las dominantes y las mujeres tenían muy pocas posibilidades de obtener capital por ese medio, tendencia que comienza a revertirse en la actualidad. De todas formas, “hoy las mujeres tienen más chances de adquirir capital humano, heredar posiciones que implican la adquisición de capital humano, pero les está vedada la guita y la propiedad”, explicó Boado. Aclaró que si bien las nuevas políticas de empleo intentan resolver estas desigualdades promoviendo el acceso equitativo mediante concurso, “no hay forma de concursar por el capital que tu familia no te quiere heredar”.
Por último, algunas reflexiones sobre el ciclo económico en Uruguay y su influencia en las trayectorias personales: “Cuando la economía de un país crece muy rápido, como le ha tocado crecer a nuestro país –advirtió Boado–, hay una cierta polarización en la distribución del ingreso que es inevitable”. Y agregó: “Le pasó a China, que era el país del igualitarismo total. Porque el crecimiento no es la felicidad para todos, es la felicidad para algunos y el arrastre a largo plazo para otros. Ojo, porque cuando la pendiente está inclinada es ahorro e inversión pero no para todos, no es políticas providentes, no es reparto acelerado”.
AL MAESTRO CON AMOR. “¿Por qué el país más igualitario de América Latina en distribución del ingreso no puede traducir esa igualdad al campo educativo?”, se preguntó el sociólogo Andrés Peri ante el auditorio de Ciencias Sociales.3
Y una pregunta llevó a la otra: ¿por qué tenemos una primaria tan universal y un liceo que muy pocos culminan? La respuesta la encontró Peri revisando en las viejas enseñanzas del maestro Julio Castro: “La universalidad lograda para la enseñanza escolar es en los hechos una aspiración no cumplida en la enseñanza media. (…) el liceo para todos sigue siendo una generosa aspiración que todavía está muy lejos de concretarse en la realidad”. La obra Coordinación entre primaria y secundaria, 4 escrita hace 64 años, configura un diagnóstico perfecto para la realidad educativa actual: las últimas evaluaciones del codicen indican que en el quintil más pobre de la sociedad los que terminan el ciclo básico no llegan al 50 por ciento y sólo 10 por ciento llega a la universidad, mientras que ese porcentaje sube a más de 60 en el quintil más alto. Seguimos teniendo “una escuela para todos y un liceo sólo para los más capaces”.
La desigualdad social explicada a través de la variable educación, según Peri, proviene del apego a viejas concepciones que permanecen y no nos dejan avanzar. El problema actual, resumió, es que “no hemos logrado cambiar ese pasado glorioso del liceo donde Vaz Ferreira y Real de Azúa daban clases, hacia un liceo inclusivo para todos”. “Y los sobrevivientes como nosotros –agregó el sociólogo–, ese tercio que terminó la educación media superior y continuó, somos los que diseñamos y decidimos cómo tienen que transitar por la educación media los dos tercios que no la culminan. Eso es de una violencia simbólica terrible.”
Para el sociólogo, no alcanza con agregar apoyos adicionales, becas o programas de compromiso educativo para lograr que una generación culmine sus estudios si lo que falla es el formato actual de educación media. Un claro ejemplo de lo inadecuado que resulta el liceo para los adolescentes es el irracional sistema de asignaturas, esa transición entre un maestro único en la escuela a 14 materias distintas en los primeros años de bachillerato. A eso se le suma la inadecuación entre lo que el chico sabe y lo que se le exige, y según el maestro Castro, “toda esa torsión, sin amortiguador alguno, debe resistirla el alumno sin que la mayor parte de las veces el supervisor se entere siquiera”. n
1. A partir del panel “Desigualdades sociales en el Uruguay contemporáneo”, Segundo Congreso de Sociología, julio de 2013, Facultad de Ciencias Sociales.
2. Avance del proyecto “50 años de movilidad social en el Uruguay”, que integra las encuestas de 1959, 1996 y 2010 en Montevideo. El actual estudio se basa en dos encuestas que alcanzaron 845 casos en 1996 y 2.021 en 2010.
3. Director de la División de Investigación, Evaluación y Estadística de la Dirección Sectorial de Planificación Educativa del Codicen.
4. Julio Castro. Imprenta Nacional, Montevideo, 1949.
Con Juan Bogliaccini, doctor en ciencia política de la Universidad Católica del Uruguay
Nací en el Mediterráneo
“Uruguay sufre de la ‘enfermedad mediterránea’, lo que equivale a recaudar mucho, gastar mucho y lograr pocos resultados en materia de equidad. Tenemos un Estado de bienestar, pero la manera en la que distribuimos bienestar no es universal sino que es segmentada de acuerdo a cómo diversos grupos fueron haciendo lobby por su bienestar.
En la salud, no todos los grupos participan del Fonasa aunque todos debieran participar, eso es un problema porque no hacen un aporte general.
Pasa también en seguridad social: aparece el ejemplo de la caja de profesionales, no hacen aportaciones solidarias con el resto. Si aportás a una caja profesional, no aportás al bps.
En términos de empleo lo mismo: tenemos una distribución poco equitativa de los riesgos. Algunos funcionarios de la administración central son inamovibles, no pueden ser desempleados, mientras que en los sectores privados sí. Entonces cuando la economía se recalienta alguien queda desempleado y no son los sectores más protegidos sino los menos.
Ante la crisis, Uruguay tiende a ajustar por empleos en vez de ajustar por salarios. Eso es algo que le pasa también a España; tradicionalmente tienen altas tasas de desempleo y sectores muy protegidos y barreras de entrada y salida muy grandes. El punto es que todos tenemos que compartir los mismos riesgos porque somos un país chico integrado al mercado global.
Otro ejemplo es la maternidad: vos tenés tres mujeres, las tres profesionales jóvenes, una trabaja en la Intendencia de Montevideo, otra trabaja como dependiente en un estudio privado y otra como independiente. Las tres se embarazan: la independiente, como la caja de profesionales le paga muy poco por maternidad, luego de tener a su hijo tiene que volver a trabajar al mes, con tan sólo media hora para la lactancia. Si sos dependiente tenés 12 semanas. En la im también, pero además si sos profesional de la im en el período de lactancia trabajás sólo dos horas. Si las tres mujeres son iguales, ¿por qué tienen situaciones tan diferentes, no sería ideal que todas tuvieran lo mismo?
Para equilibrar hay que renegociar; la pregunta es: ¿cuál es el bien que más tenés? ¿Sos inamovible en tu empleo? Entonces tenés más en ese sentido. ¿Tú ganás 200 mil pesos al mes? Entonces tenés más en ese otro. Y el que tiene más tiene que ceder un poco y beneficiar al que tiene menos.”