Al menos 147 personas (143 estudiantes, dos agentes de seguridad y dos funcionarios, pero hay todavía desaparecidos y muchos de los cien heridos están graves) fueron acribilladas a balazos tras ser tomadas como rehenes en la universidad de la ciudad de Garissa, en Kenia, por islamistas de Al Shabab en respuesta, según se justificaron, a los bombardeos del gobierno keniata a sus posiciones en Somalia.
Al Shabab es una milicia presente a ambos lados de la frontera entre Somalia y Kenia pero que tiene sus bases fundamentalmente en Somalia. Unos 20 mil soldados keniatas aliados al gobierno somalí la combaten dentro y fuera del país desde 2011, en particular desde que Al Shabab se aliara expresamente con el Estado Islámico. “Los bombardeos han debilitado en mucho el poder territorial de la milicia, que controlaba hasta hace poco gran parte del territorio somalí y aspiraba a expandirse en Kenia. Ahora ha quedado arrinconada hacia la frontera, lo que ha hecho que la estrategia de la milicia haya variado y se haya vuelto casi que puramente terrorista, sobre todo en Kenia, de donde provienen los mayores ataques”, dijo esta semana un diplomático occidental, que no reveló su nombre, a la publicación digital de izquierda española eldiario.es. Lo que sucedió en la universidad de Garissa así lo probaría: se trató de una masacre indiscriminada de estudiantes, acribillados a balazos por cuatro atacantes, que se terminaron inmolando haciendo explotar las bombas que llevaban atadas a sus cuerpos. A medida que pasan las horas se van conociendo testimonios de estudiantes sobrevivientes. “Los terroristas jugaron psicológicamente con nosotros”, dijo uno de ellos, que contó cómo en cierto momento uno de los atacantes los invitó a salir de la universidad y marcharse a casa. A medida que iban saliendo los iba acribillando, gritándoles: “a ver qué hace tu gobierno ahora”. “Estuvieron bromeando mientras mataban a nuestros compañeros”, contó otra.
Los cuatro atacantes eran keniatas, y no somalíes, y eso por lo menos contribuyó a resituar el tema. “Es un enfrentamiento ideológico, no nacional entre somalíes y keniatas. No es ni siquiera religioso, a pesar de que la universidad de Garissa es básicamente cristiana ¿Cómo sabían los atacantes que no había musulmanes entre los estudiantes que mataban?”, dijo un funcionario universitario sobreviviente. Uno de los militantes de Al Shabab era hijo de un alto funcionario de un gobierno local, “brillante estudiante de abogacía”, según se comentó. Los cuerpos de los atacantes fueron paseados por las calles de Garissa, como lo reclamó, al parecer, parte de la población.
Un estudiante que escapó a la matanza comentó al salir de la universidad: “Esto es horrible, pero estoy seguro que nadie va a hablar mucho tiempo de la masacre porque no hay ningún blanco entre los muertos. Ya van a ver”.