La tapa del libro impacta. Aunque tal vez el sobresalto hable más del ojo que la mira que de la imagen en sí. De cualquier modo, y como nos recuerda el poeta Luis Cernuda, nadie queda indiferente ante un cuerpo que se abre en dos, ávido de recibir otro cuerpo que sueña.
Luego de un título expresivo pero genérico como Amores prohibidos, la propuesta artística de Lucía Franco –un bordado intervenido digitalmente con ilustración– es el lugar estratégico en el que comienza a producirse el sentido de la historia que vamos a leer: una ficción erótica donde los cuerpos se hacen oír con todas sus voces y la palabra establece un nuevo régimen de valores en el campo de la significación. En la contratapa vuelve a aparecer, esta vez recortada, la imagen que se mira y se vuelve a mirar.1 En eso también...
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