Una dupla de actores, una pulseada, un padre y un hijo. El montaje de Calacatta, ópera prima de Mauro Mónico dirigida por Cecilia Caballero Jeske, plantea como elemento escénico central una gran mesa a la que el público es invitado a acercarse. La directora vuelve a experimentar con el recurso de incorporar al público a la escena, como ya lo vimos en su montaje anterior, Sería una pena que se marchitaran las plantas. El propio espacio de La Escena invita a propuestas intimistas en las que los actores trabajan muy cerca de los espectadores. El género de este texto, además, su forma de relato-confesión, requiere de esa cercanía para acompañar las emociones de los personajes y, así, poder transitarlas junto con ellos. Para ello, Caballero convocó al experimentado y talentoso Walter Rey, quien...
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