En medio de las especulaciones sobre un indulto al ex dictador Alberto Fujimori, condenado en 2009 a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad y varios casos de corrupción, el martes 11 se reunieron en el Palacio de Gobierno el presidente Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori, hija del encarcelado ex mandatario y candidata presidencial derrotada por Kuczynski. Al final del encuentro, que duró poco más de dos horas, ambos hablaron brevemente a la prensa en una presentación conjunta, pero no aceptaron preguntas. En esa aparición ante las cámaras ninguno de los dos se refirió al tema del indulto. Coincidieron en describirse como “optimistas” en cuanto a mejorar la relación entre ambos, pero no anunciaron acuerdos concretos. Durante el primer año de su gobierno, P p k, como se le conoce al presidente, mantuvo un duro enfrentamiento con la mayoría parlamentaria fujimorista.
El probable indulto a Fujimori ha gatillado la indignación ciudadana, que el último viernes tomó las calles del centro de Lima, y de varias ciudades del interior del país, para protestar contra la probable liberación del dictador que gobernó entre 1990 y 2000. Agitando banderas con lemas como “el indulto es un insulto, Fujimori nunca más”, “con la dignidad y la justicia no se negocia”, “Fujimori ladrón y asesino”, y coreando consignas recordando los crímenes de la dictadura fujimorista y exigiendo justicia, la nutrida movilización por el centro de la capital fue encabezada por familiares de las víctimas, con fotografías de los desaparecidos y los asesinados.
Kuczynski abrió la puerta de un probable indulto a Fujimori, posibilidad que como candidato había negado reiteradas veces, en momentos que su gobierno enfrenta los ataques de la mayoría parlamentaria fujimorista, que todavía no parece digerir la derrota electoral de Keiko. Una agresiva oposición, que sin tocar el modelo económico neoliberal, en cuya defensa coinciden gobierno y fujimoristas, tiene acorralado a un gobierno sin capacidad de respuesta. P P K parece ver el indulto como una ofrenda al fujimorismo, con la esperanza de que eso calme sus ímpetus beligerantes y permita un acercamiento. Pero nada le asegura que eso ocurra.
Lo que el indulto sí le aseguraría a Kuczynski es el activo rechazo del amplio conglomerado ciudadano antifujimorista –que va desde la izquierda hasta una derecha liberal– que votó por él y le dio el triunfo electoral para evitar el retorno del fujimorismo al poder. La movilización del viernes ha sido un anuncio de eso.
“Kuczynski no tiene ninguna garantía de que con el indulto el fujimorismo lo deje gobernar tranquilo. El fujimorismo presiona al gobierno para tenerlo bajo control y arrancarle concesiones, y eso no creo que cambie con el indulto. Si otorga el indulto, P P K quedaría al borde de la rendición y de convertirse en un muñeco en manos del fujimorismo”, declaró el analista Eduardo Ballón, antropólogo e investigador principal del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo-Desco.
En los corrillos políticos y entre analistas se pone en duda el actual entusiasmo de Keiko por un indulto a su padre, aunque lo exija públicamente. Se señala que con Alberto Fujimori libre y activo en política su sombra opacaría a Keiko y minaría el liderazgo absoluto que ahora ella tiene en el partido. Keiko enfrenta un amago de rebelión interna de su hermano menor Kenji, quien es congresista y que, en contra de la línea de su partido, habla de colaborar con el gobierno. Diversos analistas estiman que la posición de éste se vería reforzada al interior del fujimorismo con la liberación del padre, más cercano a su hijo Kenji. A eso apostaría un sector del gobierno. Una peligrosa y costosa jugada.
El gobierno está dividido en el tema. Algunos de sus miembros están a favor del indulto, en unos casos por razones estratégicas –ya sea como carta de negociación con Keiko o si esto no funciona, apostando a fortalecer la postura aparentemente más dialoguista de Kenji y debilitar a Keiko– en otros casos por abiertas simpatías con el fujimorismo. Pero otros se oponen. Un indulto a Fujimori podría producir bajas en el gabinete ministerial.
La legislación internacional niega el indulto a los condenados por crímenes de lesa humanidad, como es el caso de Fujimori, por lo que de darse seguramente la Corte Interamericana de Derechos Humanos se pronunciaría en contra. Y las leyes peruanas prohíben el indulto para los sentenciados por secuestro agravado, otra de las condenas que tiene el ex dictador. Ante este impedimento legal, Kuczynski está buscando la salida de un indulto humanitario, amparándose en un supuesto mal estado de salud de Fujimori. Pero la salud del ex dictador, con problemas propios de sus 78 años, no reviste la gravedad que la ley exige para un indulto humanitario.
Como parte de una operación política y mediática puesta en marcha desde sectores de la derecha y el empresariado para promover el indulto a Fujimori, se insiste, en lo que suena a un abierto chantaje, que éste es indispensable para terminar con la inestabilidad política consecuencia del enfrentamiento entre la mayoría parlamentaria fujimorista y el Ejecutivo, un resultado del indulto que diversos analistas ponen en duda, se presenta al ex dictador como un pobre anciano enfermo, exagerando notoriamente sus males, y se busca descalificar a quienes se oponen al indulto estigmatizándolos de estar movidos por el odio.
“Esto no es odio, es justicia”, coreaba la multitud que se manifestó contra el indulto, en respuesta a esas acusaciones en su contra. “La víctima no es Fujimori, las víctimas somos nosotros”, dice Carmen Amaro, hermana de uno de los nueve estudiantes de la universidad La Cantuta secuestrados y asesinados por el gobierno de Fujimori, en respuesta a quienes buscan victimizar al ex dictador para justificar su indulto.
(Tomado de Página 12, por convenio).