Ingobernables rulos rubios, en eso estaba igualito, pero la penúltima vez que el profe vio a Martín fue cuando este terminó el ciclo básico en una escuela técnica de la cuenca papera. Cada noche, al volver, lo que el docente venía mirando por la ventana del ómnibus era campo oscuro y lunas de Cúneo. Eso hasta Libertad. Y luego, de vuelta a la noche, hasta Rincón de la Bolsa. El año pasado disfrutó poco de aquello. Hasta el quilómetro 66 de la ruta 1, la iluminación brutal de las plantas industriales y logísticas que la contornean embromaba la noche. Encontró a Martín en el nuevo local de la escuela técnica, que ya no funcionaba de prestado en el de Primaria. De túnica gris, ahora era profesor de mecánica, se quejaba de que faltaba cierto curso del palo “en una zona eminentemente metalúrgi...
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