Durante 30 años se mantuvo así. La cancha de Liniers, ubicada en la calle Bermejo al 5050, en San Justo, en la provincia de Buenos Aires, ha sido señalada como la cancha de fútbol “más torcida del mundo”. Decenas de miles de partidos validados tuvieron lugar en ese perímetro, hasta que la Afa resolvió, a fines de septiembre, clausurar el estadio “por falta de encuadre”.
En el club ya se conocía la situación, pero siempre se postergaron las reestructuras por falta de fondos. El chiste corría por boca de todo el mundo: la cancha de Liniers “parece un trapecio”, aunque fue recién con la generalización de Google Maps que cualquier internauta pudo comprobarlo.
El club se encuentra ubicado en la última categoría del ascenso argentino, la Primera D, y debió asumir las obras de refacción integral con premura, a pesar de los escasos recursos con que cuenta para ello.
Más allá de la vista aérea, cualquiera que haya jugado como lateral en el club popularmente conocido como “La Topadora” se habrá dado cuenta de las dimensiones desparejas del pretendido rectángulo de juego. Lo que en definitiva terminaba perjudicando a uno de los equipos por tiempo: una de las áreas medía 37 metros de ancho, mientras que la otra tenía dos metros más. Desde el centro de la cancha a uno de los arcos se cuentan 54 metros, mientras que al otro tan sólo 48. Pero además, si se traza una línea recta perpendicular desde uno de los postes, no se termina en el otro poste, sino en la mitad del otro arco.
Un texto, publicado en el sitio Liniers en ascenso, señala que existe una persecución política a la institución por parte de la Afa, y que Liniers siempre se ha esforzado por ajustarse a las normas imperantes. Aun así, las líneas de la cancha ya fueron borradas, pero todavía puede verse con claridad vía Google Maps el contorno marcado por el paredón perimetral del estadio, que grafica con alevosía que la cancha podía ser cualquier cosa, menos rectangular.