Partir acompañado - Semanario Brecha

Partir acompañado

En China avanza un mercado clandestino de venta de cadáveres para los “matrimonios fantasma”, un ritual en el que muchas familias buscan un cadáver fresco para enterrar o incinerar junto a su ser querido. Creen que es mejor si el fallecido emprende su viaje “acompañado”.

El cadáver de la novia, de Tim Burton. Fragmento

En la provincia oriental china de Shandong, el pasado 31 de octubre fueron detenidas 11 personas por desenterrar cadáveres. El robo de cuerpos no es una práctica novedosa ni llama la atención especialmente, pero lo sorprendente en este caso eran las intenciones de los delincuentes. Según se informa, desde hace tiempo llevaban a cabo estas profanaciones con el objetivo de vender los cuerpos para los rituales conocidos como minghun o “matrimonios fantasma”.

Tan llamativa costumbre tiene lugar hoy en algunas provincias del centro, este y sur de China, principalmente en zonas rurales. Se trata de una práctica ancestral de orígenes inciertos (aunque se sospecha que sus orígenes se remontan al siglo XVII a C), y se aplica comúnmente cuando un ser querido fallece sin haber contraído nupcias. Según una creencia sumamente arraigada, la gente obtiene la felicidad plena sólo luego de haberse casado y procreado, y si alguien muere sin siquiera haber contraído matrimonio, no podrá ser feliz en el más allá. Por esta razón muchas familias buscan un cadáver fresco para enterrar o incinerar junto a su ser querido, y de esta forma llevar a cabo un ritual que es al mismo tiempo un casamiento y un sepelio. En China el culto a los difuntos y la creencia en la vida después de la muerte se encuentran muy extendidos, al punto de sepultarse los cuerpos con dinero en el bolsillo o pertenencias diversas; siguiendo esta lógica, es aun mejor si el fallecido emprende su viaje “acompañado”.

Los 11 detenidos dieron testimonio de un mercado clandestino de venta de cadáveres, en el cual el precio aumenta según el estado de conservación del cuerpo. Los precios pueden oscilar entre los 16 mil y los 20 mil yuanes (es decir, entre 2 mil y 4 mil dólares, aproximadamente), pero también dicen haber llegado a recibir 6.200 dólares por un solo cadáver. Esta cotización en alza ha sido la causa de que, desde los años noventa, existan registros (más bien aislados) de chicas, por lo general campesinas pobres o prostitutas, que fueron asesinadas para usar sus cuerpos en el minghun. Incluso estos casos de asesinato continúan ocurriendo de vez en cuando y hasta son cada vez más frecuentes: existe una mayor demanda de novias fantasma que de novios, y los precios se dispararon en los últimos años.

Según una investigación de la Universidad de Columbia, este aumento se debe principalmente a dos factores: ante el declive del comunismo cayó uno de los sustentos ideológicos de la sociedad china, haciendo resurgir tradiciones olvidadas: “El final del marxismo como ideología de referencia por parte de un régimen embarcado en el fuerte desarrollo en el ámbito económico no hace sino impulsar en el seno de la sociedad la necesidad de encontrar nuevos referentes. Y el pueblo chino busca en el pasado buena parte de estos referentes”. Por otra parte, el investigador señala que la política del hijo único implementada a partir de 1979 propició un desequilibrio importante entre los hombres y mujeres nacidos; precisamente en las áreas rurales es donde existe desde hace tiempo una mayor cantidad de abortos selectivos según el sexo, ya que la sociedad valora más a los vástagos varones. Este desequilibrio explica en parte la escasez de cuerpos femeninos jóvenes para el ritual.

Advirtiendo que existía un mercado negro surgido por esta demanda, el Partido Comunista Chino prohibió la ceremonia del minghun ya en 1949, por considerarla una “superstición feudal”. Pero como señala el informe de Columbia, la persecución de este tipo de prácticas aún hoy es engorrosa. Las ceremonias son discretas, tienen lugar en áreas recónditas de la vasta topografía china y las autoridades locales muchas veces deciden hacer la vista gorda, ya que en definitiva se considera que, en un principio, “no le hacen daño a nadie”.

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