A 15 meses de las elecciones internas de 2024 y a 18 de las nacionales, el Frente Amplio (FA) comienza a delinear el panorama de su presentación electoral. Eso supone la convergencia de dos factores: la definición de sus precandidaturas hacia junio del año venidero (la postulación a octubre de 2024 dependerá de esa instancia anterior) y del programa a presentar ante el electorado. Mientras se prevé que para junio próximo el Plenario Nacional del Frente analice el documento programático elaborado por la comisión respectiva –para luego elevarlo al congreso de diciembre, cuando, además de la aprobación del programa, se deberá habilitar las precandidaturas presidenciales–, ya hay movimientos de nombres de candidatos.
El domingo pasado el XI Congreso del Movimiento de Participación Popular (MPP) resolvió, por aclamación, proponer como precandidato al actual integrante del sector e intendente de Canelones, Yamandú Orsi. Dos semanas atrás se había pronunciado en la misma dirección la Vertiente Artiguista, en una reunión ampliada de su dirección nacional. Pero, incluso meses atrás, Orsi había sido apoyado por el sector Patriada, encabezado por el exdiputado y actual director de Turismo canario, Horacio Yanes. También hubo pronunciamientos individuales, como el del exintendente de Montevideo y excandidato presidencial del FA Daniel Martínez (recuérdese que Orsi fue parte del comando de Martínez en el lapso de un mes que precedió al balotaje de 2019). A la oficialización del intendente canario la precedió la de su homónimo salteño, Andrés Lima. Este fue proclamado por su sector, Encuentro Federal Artiguista, conformado por integrantes de la Liga Federal y nuevos agrupamientos, como el encabezado por el vicepresidente del PIT-CNT y presidente de COFE (Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado), José Lorenzo (Joselo) López. Lima justifica su precandidatura en la necesidad de expresar al electorado del interior y sus distintas realidades, un déficit reconocido por el Frente en el proceso de autocrítica posterior a la derrota de 2019.
LOS OTROS
Sin embargo, aún falta la definición de dos pesos pesados a la hora de pujar por la precandidatura presidencial de la coalición de izquierdas. En primer lugar, la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, aún no ha expresado formalmente si competirá por la postulación presidencial, a pesar de que tirios y troyanos la consideran una candidata natural. Y solo cuenta, oficialmente, con el apoyo de Baluarte Progresista, un grupo liderado por el exsecretario del Congreso de Intendentes Humberto Castro, un experto en ingeniería electoral. El otro que está en las gateras es el senador de Fuerza Renovadora, hoy en Convocatoria Seregnista y Progresista (CSP), Mario Bergara, que ya compitió en 2019. CSP está compuesta por Fuerza Renovadora (el sector de Bergara, Liliam Kechichian y otros dirigentes frenteamplistas), Asamblea Uruguay, el Partido Demócrata Cristiano y Plataforma (conducido por el exdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto Álvaro García). Si bien Bergara ha manifestado su voluntad de precandidatearse, la mayor resistencia surge en filas de los dirigidos por Danilo Astori. En Asamblea Uruguay, varios dirigentes, incluido Astori, son partidarios de apoyar a Orsi. En ello juegan aspectos personales, como lo que consideran una «inconsulta» decisión de Bergara de postularse en 2019 (cosa que molestó mucho a Astori) y la lectura de que el intendente canario es un «tipo moderado», que acompaña la estrategia del sector mayoritario del FA (el MPP) de alejarse de sus pujos radicales del pasado. En esta lógica asambleísta, se entiende que Bergara dividiría votos con Orsi, aumentando las chances de Cosse.
La senadora Kechichian aseguró a Brecha que en octubre, además de definirse conformar CSP, también se decidió tener una presentación electoral conjunta, no solo en lo nacional, sino también en lo departamental. La posibilidad de presentar una candidatura propia del espacio para las presidenciables nacionales quedó para discutirse en marzo, pero se postergó, aseguró la senadora. Hay algunos sectores que han pedido tiempo y a «nosotros, que tenemos principal preocupación en consolidar Convocatoria, nos pareció razonable, pero esperamos resolver en mayo», opinó la dirigente. Para ella, sería muy bueno tener una oferta amplia de precandidatos (incluyendo a Bergara) y llegar al congreso con ese escenario.
Una precandidatura que parece desaparecer de la escena es la del senador comunista Óscar Andrade: la lectura que se hace desde sus anteriores apoyos es que la polarización entre Orsi y Cosse les dejaría poco margen a sus chances. Además, la lectura es que su presentación restaría votos a la intendenta capitalina, lo que beneficiaría al jerarca canario, al que muchos en el FA ven con un discurso descafeinado.
En la decantación del escenario, Orsi y Cosse aparecen como los precandidatos con más chances, aunque la intendenta de Montevideo no habla de 2024 ni los sectores que la apoyaron en su postulación a la intendencia han hecho explícito su apoyo. El secretario general del Partido Socialista (PS), Gonzalo Civila, indicó a Brecha que todavía su sector no ha tomado posición oficial. Lo mismo dijo a este semanario el secretario general del Partido Comunista, Juan Castillo. Y el dirigente del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) Carlos Coitiño expresó que aún están a tiempo para decidir.
A pesar de estas demoras, el dirigente del Nuevo Espacio Rafael Michelini comentó a Brecha que las precandidaturas deben decidirse entre esas dos personalidades (Cosse y Orsi) porque son las naturales y que no debe tomarse el escenario electoral para afirmar postulaciones que tengan en la mira el Senado. Su sector evaluará a quién apoyará en sucesivas reuniones de su dirección.
LA URDIMBRE
El resultado de las encuestas de opinión y la división del electorado en dos mitades provocan distintas miradas en filas del progresismo. Por un lado, existe la lectura de que es necesario, dada la pérdida de popularidad del gobierno (siempre según las encuestas), atraer a los sectores disconformes con la actual administración y que no pueden ser definidos como de izquierda. Hay dos expresiones de eso. Una es la búsqueda, como en la previa a que el FA accediera al gobierno, de la construcción de un símil al Encuentro Progresista (EP) o, más aún, de la experiencia previa a las elecciones de 2004 con el FA-EP-Nueva Mayoría, una alianza entre el Frente, Rodolfo Nin Novoa, el Partido Demócrata Cristiano y el Nuevo Espacio (después del triunfo electoral, esos aliados ingresaron al FA). Uno de los promotores de esa modalidad es el histórico dirigente sindical y connotado frenteamplista Richard Read, quien comentó a Brecha que su idea es construir una sombrilla, al igual que la que hizo Luis Lacalle Pou con la coalición multicolor. Ese paraguas, conteniendo al Frente bajo su sombra, también acogería a desencantados frenteamplistas y de la coalición gobernante, que conformarían un nuevo agrupamiento político. Por eso el partido que construiría junto con otros debería inscribirse en la Corte Electoral. La idea es que sea un aliado del Frente y no un integrante de la coalición de izquierdas.
La segunda parte de esta lectura es acentuar el discurso centrista y conciliador de Orsi, con la idea de que un gobierno suyo obviamente sería diferente al actual en sus líneas básicas, pero no disruptivo.
En paralelo, hay en el FA otras discusiones y esbozos de nuevos alineamientos. Civila indicó a Brecha que «venimos desde hace ya un año trabajando con un conjunto de sectores, calibrando en el camino las coincidencias profundas que tenemos en la visión del mundo, la sociedad y también la mirada de hacia dónde ir y cómo hacerlo. En ese proceso se ha ido consolidando el deseo de todas las organizaciones y de mucha gente no sectorizada de conformar una corriente de esas concepciones, que vienen de muy lejos, identificadas con el socialismo, la libertad, con las luchas feministas, ecologistas, con una visión autogestionaria y participativa; básicamente somos el PS, el PVP, Casa Grande y Movimiento Cambio Frenteamplista [lista 5005]. Lo importante es que lo estamos pensando como una construcción de más largo aliento. No es solo sobre candidaturas que llegará el momento de evaluar; nos parece que no debe ser el eje de la reflexión y el trabajo político». Para Civila, hay una preocupación compartida también por el debilitamiento del debate ideológico, por volver a poner sobre la mesa proyectos emancipatorios, de transformación social profunda, y también por la forma en que se hace política. Y se preguntó «cuánta confianza real hay en la participación de la gente, en sus propios caminos, en la gestación de alternativas desde la propia sociedad, en la tradición socialista y libertaria, renovada con el feminismo y la visión ecologista».
Por su parte, Juan Castillo sostuvo que los comunistas están convencidos de que hay que priorizar un debate programático que convoque a la mayoría para la transformación de la actual realidad económica, productiva e integracionista que tiene el país. Y observó que desde los medios empujan a tener candidatos: «Para los comunistas, si compramos la fotografía de las encuestas sería muy peligroso; para ganar, hay que militar y convencer. La propuesta no puede ser la misma que en el pasado. No creemos que estemos en tiempos electorales; los problemas de los uruguayos requieren una propuesta que entusiasme, que diseñe un país diferente».