En medio de la escalada de tensiones y amenazas entre Estados Unidos y Corea del Norte, el rehén de la historia, Corea del Sur, celebró su elección presidencial para remplazar a la ex presidenta Park Geun-hye, destituida por un juicio político tras ser acusada de corrupción.
Una mayoría de los surcoreanos (41 por ciento) votaron el martes 9 por el abogado de derechos humanos y opositor de centro-izquierda Moon Jae-in, quien el miércoles asumió el mando presidencial.
Durante la campaña electoral varios de los candidatos presidenciales de la oposición defendieron un cambio en las relaciones con su vecino norteño, promoviendo más negociaciones y menos confrontación.
Moon ya había expresado su oposición a que Estados Unidos realice un primer ataque a Corea del Norte, y también que estaba dispuesto a sentarse a negociar con Kim Jong-un . En los pocos días que lleva en el poder, Moon ya ha mostrado señales de que la política hacia Corea del Norte tomará otro rumbo.
“Estoy dispuesto a ir donde sea por la paz en la península coreana; de ser necesario volaré inmediatamente a Washington. Viajaré a Pekín e iré a Tokio. Si las condiciones mejoran, iré a Pyongyang”, dijo Moon en la ceremonia de asunción.
Comenzó por nombrar como jefe del Servicio de Inteligencia Nacional a Suh Hoon, un funcionario que cumplió un rol clave en organizar las dos últimas reuniones entre Corea del Sur y del Norte, y a Lee Nak-yon como primer ministro. Este último fue aliado de dos presidentes que promovieron el diálogo con el Norte.
La agencia de noticias Reuters informó que funcionarios del gobierno de Estados Unidos estaban preocupados porque las negociaciones entre las dos Coreas podrían debilitar las presiones estadounidenses hacia el régimen de Kim, y que el gobierno de Trump no ve con buenos ojos que Moon cuestione el despliegue de un sistema antimisiles estadounidense en Corea del Sur.