Esta semana el porro nos hizo famosos. El día en que finalmente un puñado vanguardista de farmacias (16 en todo el país) puso a la venta pequeños sobres conteniendo cinco gramos de flores de marihuana en dos variedades (Alfa y Beta), producidas bajo la fiscalización y control estatal, fuimos tapa de muchos medios internacionales. Los ojos del mundo estuvieron puestos en el país que se dio el gusto de plantear un caminito alternativo a la fracasada y perversa “guerra contra las drogas”. La peregrina idea, criticada y festejada con igual intensidad, llegaba por fin a completar su trabajosa instrumentación. El miércoles 19 de julio –entre la fecha patria y el paro general–, después de 43 meses de negociaciones, se habilitó la tercera vía de acceso legal (ya estaban registrados 6.949 autocultivadores y 63 clubes cannábicos) y algunos de los 5.526 uruguayos inscriptos para comprar bajo esta modalidad hicieron cola desde temprano y agotaron, al menos en la capital, las reservas previstas por los farmacéuticos.
Más allá de pequeños problemas con el sistema de identificación dactilar que habilita a los usuarios, la jornada fue evaluada como “un éxito”. Diarios e informativos locales le dieron relevancia excluyente al “hito”: hablaron de salud, de mercados ilegales, de películas y libros que se hicieron sobre el tema. Las principales cadenas de información mundial enviaron corresponsales o compraron reportes a periodistas nacionales especializados. Lo único que resultó extraño en las emisiones de todos esos medios –los de acá y los de fuera– fue ver al ex presidente José Mujica –hoy senador– y a los dos ex secretarios de la Junta Nacional de Drogas (Jnd), Milton Romani y Julio Calzada, dando entrevistas y haciéndose cargo de la criatura que nos daba brillo mundial. Hasta el ex ministro ya fallecido Eleuterio Fernández Huidobro –padre ideológico del proyecto que se completaba ese día– fue invocado para el horario central de los informativos. Pero ni el presidente Tabaré Vázquez ni las actuales autoridades en la materia salieron a decir una sola palabra. Ver declarando a todos los ex parecía un déjà vu o un efecto de alteración espacio-temporal producido por el porro que ya se estaba quemando. Es que la decisión oficial fue hablar lo menos posible del tema e informar a la ciudadanía y al mundo a través de comunicados.
Más allá de esa estrategia de comunicación o de si a las actuales jerarquías les resulta incómoda esta ley –porque la heredaron, porque le ven riesgos electorales o directamente porque a varios actores no les gusta–, lo cierto es que el proceso de instrumentación se completó y Uruguay se transformó en un laboratorio en materia de política de drogas que será escudriñado por millones de ojos a partir de ahora.
GOLPE AL NARCO. “Con las tres vías de acceso habilitadas (autocultivo, clubes y farmacias) podemos sustraerle al mercado ilegal de marihuana unas 13 toneladas al año, lo que equivale a casi 17 millones de dólares si lo multiplicamos por el precio fijado para la venta en farmacias. Falta avanzar mucho, pero es un número alto, teniendo en cuenta que el consumo anual aproximadamente ronda las 34,5 toneladas, unos 45 millones de dólares”, dijo a Brecha el sociólogo Martín Collazo, integrante de Monitor Cannabis, un equipo de investigación interdisciplinario –que funciona en la Facultad de Ciencias Sociales– encargado de monitorear la implementación de la ley.
Por su parte, al ex secretario de la Jnd Julio Calzada, que estuvo a cargo del desarrollo de este proyecto y coordinó el equipo multidisciplinario que investigó y procesó cada uno de los aspectos legales, sanitarios y logísticos necesarios para ponerlo a marchar, le parece fundamental la concreción de todos los pasos previstos en la ley. “En un par de años podremos evaluar con mecanismos adecuados e información concreta, a través de la Universidad o de centros de investigación, todo el fenómeno: el consumo, los procesamientos por tenencia, los temas sanitarios, el impacto en el narcotráfico.” Pero sobre todo está esperanzado en que se cumpla el principal objetivo de la ley: achicarle el negocio a los narcos. “Ya hay un sector de la sociedad que no se vincula más con actores del narcotráfico, ni que va a una boca a comprar marihuana y le venden pasta base. Esos eran objetivos de la ley y se ha avanzado en ellos.” A partir de esa base, dice, se puede dar una batalla ideológica y política. Pero “si logramos desmercantilizar la marihuana yo me sentiría más que satisfecho, porque es un negocio perverso, perjudicial para la sociedad, para las personas, para el sistema de valores, y que mueve la plata que mueve porque es ilegal”.
Sostiene también que esta ley “será el golpe de gracia a este mercado del narco, no para el de las anfetaminas o el de la cocaína, que tiene otras realidades… para eso habrá que hacer otras leyes”.
Según los datos del Monitor Cannabis, son 55 mil los usuarios habituales de marihuana. El cultivo regulado para consumo personal y los clubes de membresía abastecen a unas 17 mil personas. Se calcula, según distintos indicadores, que el cultivo personal no regulado abastece a 10 mil más. Y a esta cantidad se le pueden sumar los 5 mil adquirentes en farmacias. “Con todo eso, todavía nos quedan unos 25 mil usuarios que siguen en el mercado negro”, dice Collazo.
Este investigador de la Udelar explicó a Brecha que el tamaño global de este mercado –las 34,5 toneladas de marihuana que se consumen anualmente– se desglosa así: 55 mil usuarios habituales fuman 630 quilos por semana: 32,5 toneladas al año; y hay 105 mil usuarios ocasionales que se hacen cargo de dos toneladas más.
A partir de ahora, dice Collazo, con la rearticulación de este mercado, el país podrá evaluar un montón de cosas: quiénes son los consumidores, dónde están ubicados, cuánto consumen. “El prohibicionismo nunca se evaluó bien. Sólo se sabía que el mercado crecía porque la información básica eran las incautaciones, y son un indicador muy débil, porque si no sabés el tamaño del mercado, no sabés casi nada. Ahora ya sabemos que el marco legal le sacó al narco más toneladas que las que incautó la Policía en 2016.”
¿PEGA O NO PEGA? Un pequeño escandalete se armó un par de días antes de que las farmacias tuvieran las flores a la venta. Apareció una versión en la prensa –respaldada supuestamente por una referente en la materia–, que decía que “el porro del Estado no pega”. Fue como un balde de agua fría, sería súper legal, pero “careta” (sin efectos psicoactivos). La versión se fundaba en la relación entre los porcentajes de Thc y de Cbd que aparecen consignados en la etiqueta del producto. Tras el pequeño revuelo, las autoridades “filtraron” a la prensa que pronto habría otras dos variedades con más Thc.
Calzada dijo a Brecha que le parecía normal, que en un proceso progresivo se vaya de menor a mayor. “Si hay otras variedades que van a poner a la venta en breve, que tienen más Thc, no hay ningún problema. Este no es un modelo, es un camino que se irá ajustando. No olvidemos que hace 88 años que no se vendía marihuana en las farmacias, no hay nadie vivo con práctica en cómo funciona esto.”
Brecha consultó sobre este tema a Carlos García, doctor en química e integrante del Núcleo Interdisciplinario de Estudios sobre Cannabis, de la Udelar. “Se habla muy a la ligera de los porcentajes de Thc y los efectos psicoactivos. Muchas veces en el ámbito de la cultura cannábica se habla de que tal variedad tiene tal composición y tanto por ciento de esto o aquello, y son afirmaciones que no están respaldadas por ningún estudio analítico cierto.” Además, sostiene el especialista, la relación entre lo que efectivamente tiene el producto y los efectos de psicoactividad observados es muy relativa. Sobre todo porque casi nadie hace un análisis para saber cuánto tiene el cannabis que venía fumando hasta ahora. Dice García: “Los efectos psicoactivos no sólo van a depender de la cantidad de Thc que tenga, sino también de cada individuo. El estado de cada persona y su situación. Me gusta compararlo con la droga alcohol: una copa de vino puede darle un gran mareo a una persona no habituada o no hacerle ni cosquillas a un consumidor acostumbrado. Tomar la misma copa en una situación desestresada es diferente a si estás nervioso…”.
También hay una relación dosis/efecto, como en toda droga. Pero es bueno saber, dice García, que el Cbd, si bien modula los efectos del Thc, no es un antagonista. De hecho el Cbd no actúa sobre el mismo receptor farmacológico que el Thc. “El sistema endocannabinoide es extremadamente complejo y las acciones de la marihuana no se explican exclusivamente por la cantidad de Thc. Estas dos variedades, Alfa y Beta, tienen contenidos de Thc similares, sin embargo en el propio envase se advierte sobre efectos diferentes.”
Además de las afirmaciones de este especialista en química, distintas consultas a consumidores de marihuana “de farmacia” realizadas ayer por Brecha, y a otros que habían probado las variedades en distintos testeos, despejaron las dudas: el porro del Estado pega. Y si uno quiere tener la evaluación de un experto, vale la pena leer los apuntes de cata que publicó ayer en La Diaria el periodista Guillermo Garat: “Tiene un bouquet maravilloso. Las flores están bien curadas, aunque un poco secas, quizá. Al fumar es suave. En paladar expresa tonos terrosos y matices cítricos de naranja. No raspa la garganta ni hace toser. Es leve. Su aroma, moderado. El pegue, límpido.”