La modificación del propio cuerpo nunca ha pasado de moda. Sacarse grasa o achicarse el estómago, retocarse facciones como si la cirugía fuese la fuente de la eterna juventud: pechos firmes y voluminosos, colas veinteañeras, rellenos en las grietas de la edad, narices respingadas.
Pero las exigencias sociales a la hora de mostrarse al mundo pueden ser determinantes también a la hora de la intimidad, donde el rendimiento debe colocarse a la par de lo estético. Por eso es que en algunos países, como Cuba, Australia, Japón y Filipinas, existe un extraño hábito por el cual algunos hombres se someten a una pequeña intervención quirúrgica, mediante la cual se insertan debajo de la piel del pene una pequeña bola de plástico a la que llaman “perla”. Esta perla, al igual que un preservativo corrugado o tachonado, mejoraría e intensificaría la sensación durante la relación sexual tanto en los hombres como en las mujeres.
Una vez colocada la perla y sanado el pene, el implante queda bajo la piel como si se tratase de un bulto. Curiosamente en países como Cuba es más común encontrarlas en jóvenes militares, marinos y convictos. Si bien hoy en día los hombres cubanos están eligiendo insertarse las perlas para obtener una mayor satisfacción sexual, se dice que la tradición fue importada por los marinos mercantes asiáticos que llegaban a la isla, quienes tenían la costumbre de modificar sus órganos genitales durante todo el periplo, en cada puerto. Incluso en la mafia japonesa es una tradición colocarse implantes subdérmicos en el pene por cada año de prisión cumplido. También se dice que en algunos lugares de Filipinas suele ser tradición llevar estas “perlas” bajo la piel del pene, y en China es utilizado un cascabel que suena durante el acto sexual.
Lo peligroso de esta práctica es que suele realizarse de forma casera, usualmente sin reparos sanitarios básicos, lo que obviamente supone riesgos importantes. Entre los imprevistos surgidos como consecuencia de la intervención se cuentan enfermedades dolorosas como el tétanos, la balanitis y la gangrena. La doctora Candice Nicole, experta en psicología sexual, explicó a Daily Star Online que “para los que realizan las intervenciones en su hogar, los riesgos para la salud aumentan de forma exponencial, porque la persona no entrenada es a menudo ignorante sobre la anatomía de un pene. No sabe a qué profundidad hacer las incisiones, qué tipos de herramientas deben utilizarse y cómo desinfectar adecuadamente”. Por otro lado, considera que “a pesar de que el nacarado es normalmente seguro cuando es hecho por profesionales, los riesgos para la salud pueden incluir infecciones, disfunción eréctil, el rechazo del cuerpo a la perla, cicatrices y dolor”. Chicos, no hagan esto en casa.