I
«¿Decir y callarse son al sonido lo que mostrar y esconder son a la visibilidad?» La pregunta de Paul Virilio fue formulada para atender las prerrogativas del arte contemporáneo ante un cuestionamiento de sus alcances éticos.1 «La medida de mi silencio» es el título que le dio Javier Bassi a su muestra, en una decisión personal que es, también, una declaración de principios. Con esa medida, ¿se coloca el artista en el orden ético de su accionar? ¿O son los silencios formales que vemos en sus obras –como la absorción de la luz y tal vez del sonido por el color negro, por ejemplo– los que debemos atender en tanto contempladores? Y en este último caso, ante el silencio del artista, ¿se impone el silencio de quien observa? ¿Son el silencio y lo no dicho una forma de callarse y omitir o un es...
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