La Intendencia de Montevideo reanudó este año su premio, que no se convocaba desde 2007, a la producción contemporánea en artes visuales. El antiguo “salón municipal” fue rebautizado como 48° Premio Montevideo de Artes Visuales, adaptándose así a la nueva nomenclatura del poder departamental y local.
El salón municipal había sido creado en 1940 a iniciativa del pintor y ex director del Museo Blanes, César Pesce Castro, como política de adquisición de obra para el museo departamental.
El nuevo premio se realizará de forma bienal, y su relanzamiento este año muestra la intención de alternar con el premio nacional que convoca el Mec, también cada dos años.
El certamen presenta en sus bases algunas diferencias respecto a ediciones anteriores. Para empezar, el jurado consta de cinco miembros, todos designados por las autoridades, sin miembros nombrados por los concursantes, e incluye dos jerarcas (la directora del Museo Blanes, Cristina Bausero y el coordinador artístico del Subte, Raúl Rulfo Álvarez), un invitado extranjero (el crítico chileno Ernesto Muñoz) y dos artistas (Analía Sandleris y Marcelo Legrand). Este jurado estará a cargo tanto de la selección como de la premiación de las obras (en otras oportunidades se conformaban dos jurados con distintas tareas). Habrá hasta tres premios adquisición por un monto de 250 mil, 150 mil y 100 mil pesos, un premio a artista emergente (que no será adquisición y que consistirá en una exposición individual en el Subte) y hasta dos menciones sin contraprestación.
Estaba previsto que este viernes 21 la Intendencia publicara la lista de seleccionados, mientras que la ceremonia de premiación tendrá lugar el 18 de agosto en el Subte (Plaza Fabini).
Más allá de cierto sentido común existente en torno al anacronismo de la figura del “salón”, el actual coordinador del Subte, Rulfo Álvarez, defendió la necesidad del mecanismo: “Cuando asumí en el Subte expuse la inquietud personal de cómo podía ser que no existiera más el salón municipal, un mecanismo muy importante de ingreso de obras de artistas contemporáneos a un acervo institucional. Y la Intendencia necesita, desesperadamente, adquirir obra. No lo hizo en los últimos 10 años. En cualquier historia del arte, eso es un hueco enorme, y lo es más respecto al arte contemporáneo que todo el tiempo está innovando, con nuevos giros de lenguajes y discursos. Luego del acervo, la otra inquietud es la necesidad de activar el campo del arte en un país como Uruguay con un mercado tan chico y poco dinámico. Por otra parte, en la medida que existe un Premio Montevideo de Artes Visuales, se mueve no sólo el campo del arte, sino los campos linderos vinculados a lo artístico: los medios de comunicación se acercan, porque los premios llaman la atención, se genera repercusión, difusión, discusiones de cómo se premió esta porquería, etcétera. Eso también es necesario”, estimó el jerarca consultado por Brecha. Agregó que si bien existen otras formas de adquirir obra para el acervo departamental, el sistema del premio es más transparente ya que implica la realización de una convocatoria abierta con un jurado integrado por distintos referentes en la materia.
Los salones municipales tienen un historial de protestas de los artistas respecto a los lenguajes artísticos priorizados o a la idoneidad de los miembros del jurado. En 1963 un grupo de artistas ocupó durante tres meses el Subte en repudio a la designación en el jurado de José Belloni y Esteban Garino, considerados representantes de una figuración académica vetusta. Asimismo, en el último salón municipal de 2007, otros artistas, entre ellos Oscar Larroca, denunciaron en una carta pública las bases del llamado afirmando que estas obstaculizaban la participación de manifestaciones artísticas no conceptuales, acotando la riqueza y diversidad de la producción local.