No es novedad que si un caso de corrupción es ventilado a través de la prensa los gobiernos adoptan la manida táctica conocida como “atacar al mensajero”. Con distintos grados de sutileza las autoridades buscan desacreditar lo que se publicó, adjudicando intención a un medio por lo general opositor. Sin embargo, en Brasil la presidenta Dilma Rousseff marcó sin ambages lo que de acuerdo a su visión la prensa puede o no hacer. Y rozó la censura.
Embretada por un caso de corrupción que salpica su mandato y su posible reelección dijo: “No es función de la prensa hacer investigaciones y sí difundir informaciones”. Rousseff se refería a la publicación del testimonio del ex directivo de Petrobras Paulo Roberto Costa ante la Policía Federal en la revista Veja (de línea editorial opositora). El ejecutivo de la petrolera, como todo caído en desgracia, buscó arrastrar a otros consigo y de paso reducir su condena aportando información. Por lo tanto declaró ante la policía que el presidente del Senado, Renán Calheiros, el de la Cámara de Diputados, Henrique Alves, y el ministro de Minas y Energía, Edison Lobão, integraban una red de corrupción por la que recibían coimas para digitar contratos y licitaciones. Costa confesó además que recibió un soborno de más de 600 mil dólares para construir una refinería en Estados Unidos que costó 1.200 millones de dólares.
El problema es que a través de una evidente filtración –de esas que son moneda corriente en el periodismo– Veja accedió a material que la propia Rousseff no pudo ver. Y eso desató su enojo. “No es posible que la revista Veja sepa de una cosa y el gobierno no sepa quién está involucrado. Pedí el testimonio de Costa primero a la Policía Federal, y me dijeron: ‘No se lo puedo entregar, la investigación está en curso; pídaselo al Ministerio Público’. Y el Ministerio Público me dice lo mismo, que si me informa de algo contamina las pruebas”, se quejó la presidenta. Rouseff anunció que pedirá a la Suprema Corte el testimonio de Costa. “Nadie dice si la información de Veja es correcta. No prejuzgo, pero tampoco hago lo otro, no comprometo pruebas. Quiero ser informada si alguien del gobierno está involucrado, porque no le doy a la revista Veja ni a ningún medio de prensa el estatus que tiene la Policía Federal, el Ministerio Público o el Supremo. No es posible que el gobierno no sepa quién está involucrado”, refunfuñó Rousseff. Pero es precisamente para eso que existe hace siglos esa cosa llamada prensa; para descubrir cosas que los gobiernos no pueden o no quieren investigar.