Su obra es, entonces, particularmente bienvenida, ya que se trata de un baladista químicamente puro, sin recostarse en la electrónica en exceso ni apuntar a modelos metropolitanos célebres o intentar el imposible remedo de gente que va de Spinetta a Calamaro, o inscribirse dentro de una vasta corriente de “Drexlercitos” o “Cabreritas” que andan en la vuelta.
Desde hace unos cuantos años Presa es factor esencial en la música de una de las más interesantes bandas locales, Buceo Invisible, y sus composiciones pueblan los tres discos del grupo, Música para niños tristes (Perro Andaluz, 2006), Cierro los ojos y todo respira (Bizarro 2009) y Disfraces para el frío (Bizarro 2014).
Paralelamente, desde 2010 encaró una carrera solista que ha llamado la atención por la sobriedad de su interpretación y su calidad autoral, en especial como letrista, donde lo genuinamente poético lo señala como un escritor particularmente singular en un rubro donde últimamente asistimos a una auténtica crisis creativa.
Diego editó su primer disco solista en 2013, y a fines de 2014 llegó éste, su último trabajo, titulado sencillamente Trece canciones. Una vez más genera una atmósfera poética desde melodías seductoras y letras excepcionales. Da gusto encontrar versos como los de “Mis incendios”: “te doy mis manos vacías/ llenas de viento/ con las marcas de tu nombre/ surcos abiertos” o “La huida”: “el hombre quiere ser/ albañil del cuarto de su mujer/ él quiere volver a dormir/ en el pasto de su niñez”.
Diego canta sus sobrias baladas, ya acústicas, ya con el apoyo de una controlada banda pop-rock, con una voz cuyos graves recuerdan a los de Dino (que en realidad tiene graves a lo Elvis, el ídolo de su adolescencia) y un tono intermedio donde descubrimos lo mucho que ha escuchado a Darnauchans. Las músicas refieren por momentos al luminoso genio de los Beatles y al melodismo del Rem de la época de Automatic for the people con ciertos toques de Belle and Sebastian.
Pero la síntesis de todo eso es perfectamente personal, y le da a Presa un perfil bien propio.
En el marco de un disco interesante y disfrutable de punta a punta se destacan la cálida balada “El espíritu de un zorro”, momentos más pop, como “Tu lengua” y “Mis incendios” (con mucho Darno y mucho Dylan), y “Fucking A”, así como “El humo quedará al final”, con una modulación de acordes que tiene algo de la hipnótica sugestión de “Dear Prudence” del álbum blanco de los Beatles. No menos interesante es “S Fair”, compuesta por Álvaro Bassi.
En este disco Diego Presa está acompañado por una banda integrada por Nacho Durán y Guillermo Wood en guitarras, Santiago Peralta en bajo, Ariel Iglesias en batería, y en guitarras y producción, el talentoso Alejandro Ferradás.
Bien por Buceo Invisible y bien por Diego Presa. Quedamos a la espera de nuevos capítulos en la trayectoria de la banda y del solista. La balada uruguaya de parabienes.
Trece canciones. Diego Presa. Bizarro, 2014.