Era cuestión de tiempo para que la discusión en torno a la concentración en la industria frigorífica trascendiera el perímetro agropecuario y comenzara a permear la agenda de los principales partidos. Desde noviembre del año pasado, cuando se conoció que la empresa brasileña Minerva Foods pretendió adquirir tres de las cuatro plantas de su homóloga Marfrig en nuestro país –con lo cual pasaría a poseer prácticamente la mitad del mercado cárnico nacional (véase «La vaca atada», Brecha, 17-XI-23)–, se sabía que el tema sería ineludible en el futuro inmediato para todos los partidos y principalmente, por varias razones, un escollo para el Poder Ejecutivo.
En primer lugar, por la relevancia del sector a nivel económico. Con algunas variaciones en años puntuales, la carne bovina es el principal ...
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