En los repartidos de prensa que apoyan su disco,1 Mauro Oza difunde un currículo realmente impresionante: menciona las bandas con las que ha tocado aquí en Uruguay, su país natal, discos donde fue productor, el instituto de enseñanza de música y tecnología que fundó y aún dirige, los cursos de música que ha tomado “en Argentina, Brasil, México y Estados Unidos” y su calidad de académico.
Todo eso genera una sincera y lógica expectativa en el momento de empezar a escuchar este material que, según dice en el propio estuche que lo contiene, “es un disco de pop rock en el cual se notan las influencias world music, en especial uruguayas y sudamericanas”. Expectativa que aumenta –si ello es posible– cuando uno comprueba que la lujosa presentación denota que la edición está hecha en México, donde, por cierto, se afinca una de las industrias musicales más potentes y profesionales de Hispanoamérica.
Escuchando la placa encontramos, sí, pop rock a pleno –más pop que rock, claramente– pero no aparecen las “influencias world music”, esa etiqueta que parece decir muchas cosas y que en ocasiones termina no diciendo nada.
Oza ha declarado una y otra vez que sus influencias básicas fueron los Beatles y Alan Parsons Project, pero en realidad lo que encontramos en su disco es, sin dudas, una referencia constante al pop en español con algo de Juanes y mucho del estilo argentino de los ochenta y los noventa, con nombres como Marciano Cantero y los Enanitos Verdes, Roque Narvaja, Miguel Mateos y Zas, y el canto agudo y el sonido de saxo de Los Abuelos de la Nada.
Eso no sería ningún demérito si las canciones de Opus uno fueran particularmente buenas, pero no es el caso. Se trata de un pop compuesto, por momentos, con alguna buena melodía, pero que termina bastante desvirtuado por letras absolutamente intrascendentes y que no consiguen levantar vuelo.
Mauro Oza canta con muchísimas ganas, en un tono siempre enfático, intentando trasmitir mucha energía y vibración, con una voz aguda apegada a los nombres ya mencionados.
Es sabido que en nuestro país el pop es bastante maldito, y que no abundan productos de ese tipo por más que muchas bandas y solistas coquetean con ese género liviano pero que cuando está bien hecho resulta absolutamente encantador.
En ese sentido este disco podría ser un buen aporte, con su pop directo y sin mayor complejidades, aunque parecería funcionar mejor en un medio musical como México –donde el pop es desde siempre recibido sin prejuicios– que en nuestro híper crítico Uruguay.
Dentro de un disco donde hay un criterio de producción invariable –siempre la voz mezclada con mucho eco y “lejana”, siempre el mismo sonido de saxo, siempre la batería mezclada bien fuerte– encontramos algunas canciones de real interés, como “Romance de cine”; un momento cercano al rock, “Allí donde estés”; la súper producida “Llamas”, con su ingenioso aunque para nada novedoso “efecto de megáfono” en la voz paneada en el estéreo; la balada “Molinos y gigantes”, y el tema “Redemption” cantado en excelente inglés.
Nuestro pequeño país es capaz de exhibir un abanico enorme de intérpretes y estilos. Este disco demuestra que siempre es posible sorprenderse con un costado inesperado de la música uruguaya, por más que en este caso esté claramente orientado al mercado internacional.
1. Mauro Oza. Opus uno. Universal Music Group.