Escritores en Moscú
Dos calles con un mismo nombre. Una antigua, con la vivienda palaciega donde vivió el primer poeta de Rusia. Otra nueva, a un paso de las habitaciones de otra vida atribulada, la de Tsvetaieva. Lejos de ambos, y a la vez tan cerca como una carta de Pasternak, el perfil desafiante de Maiakovski. Moscú guarda en cada esquina el recuerdo del alma de sus poetas. Incluso de Mandesltham, al que mató en un gulag.
Es posible que antes haya estado haciendo pactos en el sur de Alemania, en una oscura ciudad cercana a Stuttgart, como lo recoge la tradición fáustica. E incluso es probable, de creerle al “Rodríguez” de Paco Espínola, que en tiempos más recientes emergiera en la penillanura oriental. Lo seguro, sin embargo, es que el diablo apareció en Moscú en plena époc...
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