El recurso del método - Semanario Brecha

El recurso del método

Al golpe técnico, el golpe mediático, el golpe judicial, el golpe parlamentario, se le suma ahora otro tipo de golpe. Triquiñuelas legales, avivadas de interpretación, pases de mano reglamentarios, manipulaciones mediáticas y otras yerbas por el estilo, consagran el golpe-chicana en algunas democracias latinoamericanas como Brasil, Venezuela o Paraguay.

El asesinato de Rodrigo Quintana a manos de la policía, captado por las cámara de seguridad de la sede del Partido Liberal / Foto: AFP

Las democracias de nueva generación –aquellas que en nuestra América devinieron de las dictaduras militares– han sido prolíficas en producir golpes (o conatos de golpes) con ropajes legales. Al golpe técnico, el golpe mediático, el golpe judicial, el golpe parlamentario, se le suma ahora el golpe-chicana. Los sucesos del viernes 31 en Paraguay demuestran que la chicana1 no es sólo un instrumento de abogados poco escrupulosos.

Para entender el vodevil de enredos reglamentarios que culminó con el asesinato de un joven, después de violentas manifestaciones en Asunción, hay que remontarse a la Convención Nacional Constituyente, instalada en 1991 después del derrocamiento del general Alfredo Stroessner. La nueva Constitución establece en su artículo 225 que “el presidente y el vicepresidente duran cinco años improrrogables y no podrán ser reelectos en ningún caso”. Tajante determinación fue consecuencia del repudio popular a la perpetuación en el poder, tras una dictadura de 35 años.

Como la memoria es corta y la ambición larga, el presidente Nicanor Duarte Frutos propuso en 2008 impulsar una enmienda constitucional, y para ello, cinco meses antes de que terminara su mandato, renunció a la presidencia y asumió una banca en el Senado. Fernando Lugo, candidato presidencial, necesitaba un plus para concentrar la adhesión popular que por primera vez pudiera derrotar al Partido Colorado –el partido de la dictadura–, y lo obtuvo oponiéndose radicalmente a la reelección. Lugo llegó a la presidencia en 2008, a la cabeza de una “alianza patriótica” que integraba el Partido Liberal Radical Auténtico (Plra), y fue destituido en 2012 mediante un juicio político impulsado por el mismo Plra y su propio vicepresidente, Federico Franco.

Horacio Cartes, un empresario que logró que el Partido Colorado, mediante la reforma “a prepo” del reglamento interno, lo impulsara como candidato a la presidencia en 2013, insinuó hace unos meses la conveniencia de que Paraguay enmendara su Constitución. La oposición, ni lerda ni perezosa, encontró una forma de bloquear el intento: en una misma sesión del Senado presentó un proyecto de enmienda y ¡lo votó en contra! Como las enmiendas a la Constitución que son rechazadas no pueden volver a presentarse hasta pasado un año, parecía que Cartes se había ahogado al llegar a la orilla.

Pero no: siempre hay una vuelta de tuerca. Mediante una alianza variopinta con dirigentes colorados, radicales y con Lugo, Cartes elucubró otra chicana: de la mano del senador Calé Galaverna (el autodidacta que ostenta el “copirrai” de todas las maniobras políticas de los últimos tiempos, incluida la destitución de Lugo), recolectó 25 voluntades en el Senado y el jueves 30 emuló y superó a aquellos opositores que en agosto impulsaron el proyecto de enmienda para votarla en contra. Esta vez se trataba de suprimir del reglamento del Senado la disposición que impide presentar el mismo proyecto de modificación constitucional antes de transcurrido un año. Para concretar la tramoya, los 25 senadores pasaron por encima del presidente y del vicepresidente primero de la Cámara, y solicitaron al vicepresidente segundo que convocara la sesión. El éxito fue en toda la línea: una mayoría del Senado aprobó la modificación reglamentaria y en la misma sesión aprobó el proyecto de enmienda constitucional que había sido rechazado en agosto. Y tras cartón se convocó a la Cámara de Diputados para que, 48 horas después, se reuniera, el sábado 1, para aprobar la enmienda.

Los conspiradores estaban satisfechos. Calé Galaverna confirmaba su fama de manipulador; Lugo, que tras su destitución había quedado con la sangre en el ojo, podía finalmente tomarse la revancha. Y Cartes… bueno, las malas lenguas atribuyen dos razones (que pueden no ser excluyentes) para ansiar la reelección. Una dice que este empresario, acusado de narcotráfico, está siendo judicialmente investigado en Estados Unidos y un segundo mandato postergaría una eventual extradición. La otra: las huellas empresariales-dactilares del presidente aparecen en todas las iniciativas económicas con perspectivas de lucro, desde la conversión de Paraguay en el polo de desarrollo de las industrias brasileñas a caballo de la energía sobrante de la represa binacional de Itaipú (que Brasil impide que Paraguay venda a terceros), hasta los proyectos público-privados de inversión.

Pero como dice el Chapulín Colorado, “No contaban con mi astucia”, es decir, la astucia sin frenos de quienes se oponen a los planes de Cartes. Si el jueves 30 el mandatario paraguayo y sus aliados brindaban por el triunfo, el viernes 31 la concentración popular frente al Congreso aguó el brindis. Los manifestantes que ocuparon los jardines, entraron en el recinto y llegaron a prender fuego parte de las instalaciones, eran variopintos: había estudiantes, había paraguayos indignados, y también había provocadores reclutados en las barras bravas futboleras y en los grupos de choque colorados.

Los videos de esa jornada son irrefutables: entre el medio millar de manifestantes que enfrentaron a cascotazos a la policía había algunos armados con revólveres y pistolas; pero la policía tenía órdenes expresas de no reprimir violentamente. Algunos conductores de la televisión expresaban su indignación por la ineficiencia policial. La concentración se fue desflecando paulatinamente y algunos manifestantes se replegaron hasta la sede del Plra, a unas 15 cuadras del parlamento.

Mientras los bomberos contenían el incendio en las instalaciones del Poder Legislativo y la policía tomaba el control de la zona, otro grupo de policías cercó el local del Plra. Desde los balcones de la llamada Casa de la Libertad unos jóvenes arrojaron piedras; la policía respondió con disparos de escopeta, derribó las puertas, que estaban cerradas, e ingresó a los tiros. Las grabaciones de las cámaras de seguridad muestran cómo la gente, desarmada, huye por los pasillos y cómo los policías disparan sus escopetas. Dos tomas desde distintos ángulos registran la muerte de un joven de apellido Quintana, acribillado por la espalda, y permiten la identificación del asesino. El joven permanecerá allí, desangrándose en el piso, sin asistencia; el policía, que estaba preso, recluido, y cuya presencia en el local partidario nadie ha explicado, dirá que no sabía que su arma tenía munición en lugar de balas de goma. Después del tiroteo el destacamento policial fue rápidamente retirado de la sede del Plra y sustituido por un equipo de la División de Investigaciones, vestido de civil, que evacuó el lugar.

El juego de las chicanas, de uno y otro bando, recorrió una espiral ascendente hasta llegar a un punto de confrontación en el que la definición requería un mártir.

Por ahora la enmienda constitucional, que ya tiene media sanción, quedó a medio camino, porque los incidentes del viernes 31 obligaron a suspender la sesión de Diputados prevista para el sábado 1 de abril. El presidente Cartes convocó a una instancia de negociación con todos los partidos políticos con representación parlamentaria, y se verá en qué termina todo. La muerte de Quintana desmontó la última chicana, pero no se sabe si fue suficiente para atajar una reelección.

Triquiñuelas legales, avivadas de interpretación, pases de mano reglamentarios, manipulaciones mediáticas y otras yerbas por el estilo, consagran el golpe-chicana –ya sea en Brasil o en Venezuela, en la Oea o en Paraguay– como el recurso del método de democracias hipócritas.

  1. “Chicana: artimaña, procedimiento de mala fe, en especial el utilizado en un pleito por alguna de las partes” (Rae).

Artículos relacionados