Réquiem para Chicha - Semanario Brecha

Réquiem para Chicha

Murió fundadora de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Foto: Afp, Roberto Acosta

María Isabel Chorobik de Mariani fundó la agrupación Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, devenida en 1983 en Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Buscaba a su nieta Clara Anahí desde 1976. Falleció a los 95 años sin encontrarla.

El disco con el “Réquiem” de Giuseppe Verdi fue el único objeto intacto que emergió entre las cenizas la noche del 24 de noviembre de 1976, después de tres horas de bombardeo y metralla sobre la casa de la calle 30 en la ciudad de La Plata. Los generales Guillermo Suárez Mason, Ramón Camps y Miguel Etchecolatz comandaban furiosos el ataque, según recuerda Eduardo Galeano,1 la tarde en que María Isabel Chorobik de Mariani, “Chicha”, inició el camino que la convirtió en una abuela de Plaza de Mayo.

Los tres militares sabían que en los fondos de la casa funcionaba una imprenta donde se editaba Evita Montonera, la revista de la militancia peronista en ese tiempo. Diana Teruggi corría desde la casa hacia el fondo, atravesando el jardín, cuando fue alcanzada por la ráfaga de ametralladora que la mató al pie del limonero que había plantado con su compañero, Daniel Mariani, hijo de Chicha, y con quien tuvo a Clara Anahí. La niña perdió a su madre a los tres meses de edad. Nueve meses más tarde perdería también a su padre.

Para la segunda mitad de 1977, sin esperanzas de encontrar a su hijo, Chicha Mariani decidió buscar a su pequeña nieta y dedicó su vida a esa tarea. Supo desde el principio que no sería sencillo. Confió sus esperanzas a los obispos de la Iglesia Católica, pero en su primer encuentro con monseñor Emilio Graselli se dio cuenta de que sería en vano: no sólo le dijo que su nieta estaba en manos de una familia pudiente, sino que le advirtió que no sería él quien la ayudara a recuperarla.

Se encontró con otras abuelas en su misma situación. Alicia “Licha” Zubasnábar de la Cuadra fue la primera que le abrió los ojos, como solía recordar. Junto con Licha fundaron la agrupación Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, que devino en Asociación Abuelas de Plaza de Mayo con la llegada de la democracia, en 1983. “Buscar a los nietos sin olvidar a los hijos” fue la primera consigna que las diferenció de las Madres de Plaza de Mayo.

Las denuncias de Chicha llegaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) en Washington a fines de 1978 y fueron el primer antecedente para que en 1979, en plena dictadura militar argentina, la Cidh desembarcara en Buenos Aires, el mismo día en que la selección juvenil, con Diego Maradona a la cabeza, se consagró campeona mundial de fútbol juvenil en Japón. Aquel 7 de setiembre Chicha esperó paciente sobre la Avenida de Mayo junto a varias decenas de familiares de desaparecidos argentinos, uruguayos y chilenos, para entregar el primer informe sobre 3.556 casos de desapariciones forzadas. A su alrededor los bocinazos y la alegría por el triunfo mundial los hostilizaban. Eran los días en que, refiriéndose a la visita de la Cidh, el relator de fútbol José María Muñoz acuñó la frase “los argentinos somos derechos y humanos”.

Licha de la Cuadra fue la primera presidenta de la asociación, y Chicha Mariani tomó esa responsabilidad en diciembre de 1983, cuando Raúl Alfonsín asumió como presidente, electo tras siete años de dictadura. Viajó por el mundo solamente para divulgar su búsqueda y las de las Abuelas. En cada viaje compraba una muñeca para su nieta Clara Anahí, con la esperanza de encontrarla y verla jugar. Cuando el paso del tiempo le mostró que la niña ya no estaba para muñecas compró otros juguetes y los atesoraba en su casa, la misma que había sido destruida por el bombardeo militar de 1976.

En 1989, año de cambios mundiales, también las Abuelas sufrieron el cimbronazo de la época, y las diferencias internas llevaron a Chicha a fundar la Asociación Clara Anahí, con sede en su casa de La Plata, para seguir buscando a su nieta tras separarse de las Abuelas de Plaza de Mayo. La casa hoy alberga la sede de la asociación, fue reconstruida y convertida en monumento histórico nacional por decreto en 2004.

“Etchecolatz sabe dónde está mi nieta”, sentenció hace algunos meses. “Pero la justicia, en lugar de obligarlo a aportar esa información, lo premia con la prisión en una casa de veraneo”, se lamentó cuando los jueces decidieron enviar al ex segundo jefe de la Policía Bonaerense (en 1976) a residir en el apacible bosque de Mar del Plata. Chicha participó activamente en los Juicios por la Verdad, iniciados a mediados de los años noventa precisamente en los tribunales de La Plata. Fue durante esos juicios cuando tuvo la confirmación de que su nieta había sido rescatada con vida del ataque a la casa y entregada por la policía a otra familia. Pero el silencio contundente de los represores impidió más información y hasta ahora Clara Anahí sigue siendo motivo de búsqueda.

Apenas asumido el gobierno de Mauricio Macri y en medio de una serie de medidas hostiles contra los organismos de derechos humanos, en la Navidad de 2015 una cordobesa se presentó declarando ser Clara Anahí. Los medios y Chicha mostraron su sorpresa y felicidad, pero el análisis genético aportado por la joven resultó no ser correcto, y posteriores análisis oficiales descartaron el parentesco. Para muchos ese fue el momento en que comenzó a quebrarse la fortaleza de la abuela, y sus años golpearon duro. Pero en una entrevista en febrero pasado, con 95 años, todavía afirmaba: “No puedo darme el permiso de morirme, porque antes tengo que encontrar a mi nieta”. Todavía sus fuerzas la impulsaban a avanzar.

Aquel día en que sola se dispuso a juntar los escombros que había dejado el ataque a su casa y a depositarlos en cajas en la calle, los recolectores de basura las levantaron con delicadeza y cargaron el camión con el pasado de muerte que la dictadura acababa de dejarle. “María Isabel les agradece esta caricia, que es la única que ha recibido desde que empezó el dolor”, remata Galeano en su relato. El 20 de agosto, después de sufrir un Acv, quizá Chicha haya recordado aquellos basureros y la suave melodía del “Réquiem” de Verdi, mientras se preparaba para seguir buscando desde otro lado a su nieta, Clara Anahí.

  1. Memoria del fuego. Tomo III. Siglo XXI Editores, novena edición, Madrid, España, 1990. “Hincada sobre sus ruinas una mujer busca”, página 211.

 

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