La economía europea atraviesa uno de los momentos con mayores retos en los últimos tiempos. Los riesgos van desde el lento crecimiento económico, el Brexit, las crisis políticas y el surgimiento de gobiernos antieuropeos de derecha populista, como el italiano, el austriaco, el holandés, el sueco y el británico, hasta un posible contagio de la desaceleración del Pbi desde Alemania. Una serie de desacuerdos e incertidumbres respecto de las políticas de Maastricht se agregan a los riesgos para la economía del viejo continente.
Las organizaciones internacionales han enfatizado la necesidad de generar un ámbito de certidumbre, impulsar el producto potencial y reforzar algunos aspectos fiscales que serán necesarios dada la de-saceleración económica mundial liderada por Estados Unidos. En este sentido, 2019 es un año crucial para la Unión Europea (UE), que, lejos de pasar por un momento de cooperación, está experimentando uno de sus episodios de conflicto más duros.
En este contexto, el crecimiento del Pbi de la UE ha disminuido de 2,4 por ciento en 2017 a 1,9 en 2018. Para 2019, según las proyecciones económicas de la Comisión Europea (CE), el Pbi disminuirá aun más, a una tasa de crecimiento de 1,5 por ciento, con una leve recuperación en 2020 que alcanzará 1,7 por ciento (véase gráfica número 1).
El crecimiento promedio del Pbi de la UE antes de la crisis de 2008 fue de 2,5 por ciento; después se mantuvo en 1,5 por ciento, lo que ha tenido un impacto directo en la baja inflación, que sigue siendo inferior a la óptima según el Banco Central Europeo. Esto ha significado una restricción para la recuperación de la tasa de interés por la autoridad monetaria que la mantiene en cero desde 2016. Esto genera un flujo de capital de euros a dólares estadounidenses, con la consecuencia lógica en el tipo de cambio euro/dólar estadounidense.
Respecto de la desaceleración del crecimiento del Pbi europeo, se destacan las economías alemana (llamada “locomotora de Europa”), italiana, francesa y británica. El crecimiento en Alemania para 2018 fue de 1,4 por ciento, por debajo del 2,2 en 2017 y 2016, principalmente debido a la producción industrial débil, a la implementación de nuevas regulaciones sobre emisiones de carbono de vehículos y al debilitamiento de las exportaciones, que representan alrededor de 40 por ciento del total de la UE.
Por otro lado, Italia sufre las consecuencias de una demanda interna más lenta. Para 2018, el crecimiento del producto fue sólo de 1 por ciento, el más bajo para el área, por debajo del 1,6 de 2017 y del 1,1 de 2016. Esto dio lugar a un gran conflicto con Bruselas, ya que el nuevo gobierno quería tener un déficit fiscal más grande que el que Bruselas aprobaría, precisamente para reactivar la economía.
Uno de los desafíos que enfrenta Italia es el problema de la deuda pública, que representó 133 por ciento de su Pbi para el tercer trimestre de 2018. Un aumento de 1 por ciento en las tasas de interés tendría un impacto fiscal directo de 1,3 por ciento del Pbi y, dadas las restricciones de Maastricht, puede forzar políticas de ajuste fiscal en un futuro no muy lejano.
En Francia, las protestas de los “chalecos amarillos” reflejan la falta de crecimiento, a pesar de las medidas fiscales destinadas a impulsar la economía y, de alguna manera, contener el descontento de la población. Según la CE, la contribución de las exportaciones netas al crecimiento se desvanecerá a medida que las importaciones crezcan a un ritmo más rápido que las exportaciones, lo que ralentizará el crecimiento del Pbi para 2019 a 1,3 por ciento.
Finalmente, Reino Unido podría ser uno de los países más afectados del continente, ya que sus exportaciones a la UE representan casi 50 por ciento de sus exportaciones totales. Cabe mencionar que el crecimiento del Pbi cayó de 1,8 por ciento en 2016 y 2017 a 1,4 por ciento en 2018. La incertidumbre sobre si habrá o no un acuerdo para su salida de la UE impide determinar hasta qué punto los aspectos legales, comerciales y financieros que el Brexit involucre serán una carga para la economía británica.
En cuanto al Brexit, algunas empresas multinacionales han considerado la mudanza de la sede. Según Ernst and Young (EY Financial Services Brexit Tracker): “Desde la votación del referéndum, el 34 por ciento (75 en 222) de las empresas rastreadas han dicho que están considerando o han confirmado que están trasladando algunas de sus operaciones y/o personal del Reino Unido a Europa. El 24 por ciento (53 en 222) de las compañías rastreadas han confirmado al menos un destino de reubicación en Europa, siendo Dublín y Frankfurt los principales candidatos, atrayendo a 21 y 12 firmas, respectivamente”.
La fecha del Brexit es el 29 de marzo, aunque la primera ministra británica dijo el 26 de febrero que la única manera de que Reino Unido abandone la UE es que exista “un consenso explícito en la Cámara de los Comunes”, lo que abre la posibilidad de extender el proceso de salida tal vez hasta junio.
La posible crisis económica italiana, el malestar político en Francia y el Brexit conforman un panorama complejo para las autoridades de la UE. Si la desaceleración económica se profundiza, con los acuerdos fiscales y el estrecho margen de maniobra de la política monetaria, no quedan demasiados instrumentos de política económica para impulsar el crecimiento del área de la CE.
De acuerdo con los indicadores Business Confidence Index(Bci) y Composite Leading Indicator (Cli), que proporciona la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, se prevé un escenario poco favorable en Europa.
Desde diciembre de 2017 hasta enero de 2019, el Bci ha caído de 101,74 a 100,6 puntos. Esto sugiere una pérdida de confianza en el desempeño comercial futuro. El Cli predice un ciclo económico de tres a seis meses. Comenzó a caer desde noviembre de 2017 hasta diciembre de 2018, de 100,93 a 99,3 puntos, el más bajo en cinco años (véase gráfica número 2).
Así, la economía europea muestra signos de desaceleración y los instrumentos disponibles de la política económica no parecen ofrecer ningún margen de maniobra desde la última crisis. Altos niveles de deuda impiden políticas anticíclicas y tasas de interés muy bajas evitan reducciones de la deuda para impulsar la demanda. Esto bien podría significar una nueva recesión ad portas y la imposibilidad de las autoridades económicas en Bruselas de responder de manera contracíclica, lo que empeora su panorama.
[notice]Fuentes
Los datos empleados en este análisis provienen de
• https://ec.europa.eu/eurostat
• https://ec.europa.eu/commission/index_en
• https://www.imf.org/es/publications/weo
• https://data.oecd.org/leadind/composite-leading-indicator-cli.htm
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* Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) y coordinador del proyecto obela.org.
** Becario de Obela, Facultad de Economía de la Unam, miembro del proyecto obela.org