“La tempestad” en el Solís (II)
En las crónicas de la prensa aquella retórica espesa, con alusiones a la mitología grecorromana, habría tenido sentido y propiedad: ¡oh Júpiter! Si este montaje de La tempestad se hubiese presentado en tres días de 1900, los asistentes al teatro Solís, damas y caballeros, se habrían rendido a los pies del director Declan Donnellan y del elenco ruso de la compañía internacional Chéjov que actuó en Montevideo los días 27, 28 y 29 del pasado enero. Nadie hubiese soportado el impacto de una mise en scène de tal proyección tecnológica, y aquellos genios rococó, señoritos y señorones conmovidos en sus butacas, se habrían inquietado (a riesgo de perder la razón) por una imaginería poderosa y desconocida, práctica, sin adornos. ¿Qué habría hecho José Enrique Rodó, ...
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