Aunque el problema no es nuevo, su estridencia ya no deja casi abrir los ojos. Hay perros allí donde se mire, donde se pise, donde se lucre y donde se piense. Escuelas de perros, guarderías de perros, peluquerías de perros, camposantos de perros. Perros, muchos, por todas partes. Y con ellos toda una red de espabilado pensamiento humano, ya en el consejo de sus bondades como animales o mascotas –y de su protección y derechos–, ya en las formas de administrar y negociar las reglas para la curiosa fisonomía urbanística que el hombre y sus ciudades vienen queriendo prodigarse. Es que además de amor y mucha caca, los perros vienen legando ingentes ríos de tinta etológica, sociológica, antropológica, psicológica, urbanística, tecnológica… “¿Tienes un perro que necesita espacio cuando sale a ...
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