Desde que el rock comenzó a ser visto como arte y no como un entretenimiento efímero, su costado de ritmo bailable fue quedando perdido. La falsa dicotomía entre mente y cuerpo ha estado siempre presente en la música popular con pretensiones artísticas. Desde mediados de la década de 1960 por lo menos, la música “para escuchar” ha aparecido casi siempre contrapuesta a la música para bailar, como si ambas cosas fueran imposibles de combinar.
Uno de los malentendidos principales es pensar que la revolución punk de mediados de la década de 1970 fue una movida en contra de la música disco. En verdad fue lo opuesto, la movida era contra la solemnidad de lo que se consideraba rock en esa época. El primer punk y luego la new wave volvieron a poner lo rítmico en primer lugar. Como ejemplos tenemos a Talking Heads, Gang of Four y New Order, entre muchos otros. Artistas que tomaban tanto del rock más visceral de los años cincuenta y sesenta como del funk de James Brown.
Varias décadas después la banda escocesa Franz Ferdinand siguió el mismo camino. Sus deudas con el rock de los setenta y principio de los ochenta están más cercanas a la visión artística que a la propuesta musical en sí de los grupos en los que se inspiraron. Es obvio escuchar rastros de Talking Heads y Gang of Four en su música, pero más allá de eso el grupo liderado por Alex Kapranos trajo de nuevo a la escena la idea de que el swing y el baile no eran algo ajeno al rock. Los acentos de la música disco en la base rítmica, las citas sutiles a la música house y los beats bailables se combinan sin problema con las guitarras distorsionadas y la actitud roquera.
Por otra parte, la banda combina su música con una visión artística que trasciende la cultura rock. No sólo desde sus letras. La estética deudora del arte dadaísta, del constructivismo soviético y del futurismo italiano de principios del siglo XX que mostraron en las tapas de sus dos primeros discos y en sus videos, no sólo combinaron a la perfección con la música y con el nombre de la banda (que alude al archiduque austríaco cuyo asesinato en 1914 dio inicio a la Primera Guerra Mundial) sino que mostraron una visión abarcadora de lo artístico que iba más allá de la pose.
En sus cuatro discos hay excelentes canciones y un nivel parejo de interés. Tras el torbellino de dos álbumes casi consecutivos –Franz Ferdinand de 2004 y You Could Have It So Much Better de 2005– en los que la fórmula de rock con pulso bailable, buenas letras y melodías funcionó a la perfección, la banda probó en Tonight: Franz Ferdinand, editado en 2009, que sin cambios demasiado radicales su música podía ganar en sutilezas sin perder su energía. El año pasado editaron Right Thoughts, Right Words, Right Action. Tal vez no sea su mejor trabajo, especialmente por la falta de sorpresas, pero es un disco igualmente interesante, lleno de buenas melodías, con la energía de la banda intacta y donde se puede apreciar de manera más clara la excelente interacción de las guitarras de Alex Kapranos y Nick McCarthy.
En 2013 el grupo se presentó en Montevideo en un excelente show en el Teatro de Verano. Ahora vuelven1 con este nuevo disco bajo el brazo para tocar en un lugar bastante insólito, dada la convocatoria masiva que tienen un boliche. Un lugar privilegiado para ver de cerca a uno de los grupos de rock más atractivos de la última década.
1. La Trastienda, miércoles 24 de setiembre, 21 horas, como parte de un ciclo que tendrá a Queens of The Stone Age el 30 de setiembre (ya con entradas agotadas) y a Echo & The Bunnymen el 9 de noviembre