Sangre joven (Circular, sala 1), del danés Peter Asmussen, dirigida por Gerardo Begérez, pone de relieve el reencuentro acostumbrado de tres viejas compañeras de estudio a lo largo del cual la dueña de casa da a conocer la inesperada relación que, al parecer, mantiene con un joven. Las diferencias que siempre han reinado en el trío salen allí a relucir al tiempo que las visitantes se enteran de una novedad a todas luces resbaladiza. Temas de interés como el pasaje del tiempo, la amistad y las posibilidades de que el amor pueda unir a dos personas de edades muy dispares se diluyen en un texto que apunta en distintas direcciones sin concretar una intención que, por otra parte, incluye aspiraciones poéticas que tampoco cobran forma definitiva. La puesta incurre en una especie de final al que luego sigue una conclusión que no agrega demasiado a un asunto que, además, no logra hacer creíble que Estela Medina, Cecilia Baranda y Denise Daragnes hayan sido condiscípulas. Las tres, sin embargo, ponen todo su oficio al servicio de un espectáculo que, por momentos y gracias a la fiereza con que defienden sus caracterizaciones, atrapa el interés de la platea.
Secretos (Arteatro), de Raquel Diana, con dirección de Graciela Escuder, propone la probable venta de una casa en la que se dan cita la dueña –que todavía vive allí–, una abogada involucrada en el trámite, la limpiadora, una especie de anfitriona y una visitante cuyas identidades, poco a poco, se confunden o entremezclan con otras en una clave poético-teatral que la vieja propiedad en principio parece motivar. Las vivencias de cada una se cruzan, se alternan con recuerdos y hasta con apariciones no previstas de un escenario cuyo pasado no sólo no ha culminado sino que, además, luce abierto a nuevos cambios. Vale la pena dejarse llevar por los puntos suspensivos de un texto que, a partir de la incidencia de la casa en sí, toma partido por la observación de las distintas facetas que cada una de las implicadas va adquiriendo en un desarrollo que cobra la fuerza de un estudio del alma femenina. Escuder aprovecha muy bien un par de ambientes de la casona de la institución de la calle Canelones, que el espectador atraviesa antes de tomar asiento en el muy adecuado recinto que sirve de marco a las escenas culminantes. El trabajo de la directora incluye la equilibrada gravitación de los personajes en un juego que no descarta el desdoblamiento de alguna de las mencionadas. Un intrigante texto de Diana que el elenco integrado por Tamara Couto, Gabriela Vázquez, Alejandra Goinheix, Ana Laura Lapaz y Stella Cuña defiende con la sensibilidad del caso.