Y lo fueron, no sólo por la conflictividad que rodea a toda la discusión presupuestal, sino por una realidad económica, en el país, la región y el mundo, que ya no es la de las dos anteriores administraciones frenteamplistas. La economía uruguaya se desacelera, aunque crece; la inflación se aleja del rango meta previsto por el equipo económico y el déficit fiscal se incrementó, llegando al 3,6 por ciento del Pbi. La desocupación alcanzó el 8,5 por ciento, creció el número de trabajadores en seguro de paro y bajan las exportaciones en volumen y en dólares. Por otro lado, la moneda estadounidense se ha apreciado, en una tendencia global que escapa a las posibilidades de contenerla por parte de las autoridades uruguayas.
Sin embargo, esos indicadores no expresan una situación de crisis, pero ...
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