Sin abandonar el tono de misa, se dejaron los eufemismos de lado y se habló de “putos”, “tortas”, “trans”, se habló en el nombre de Dios y sin condena. El lunes, en el Solís, en medio de un encuentro sobre diversidad sexual y religiosa se desterraron los tabúes y las palabras tomaron nuevos significados, que dan cuerpo a interpretaciones alternativas de los textos sagrados y reconcilian a Dios con la diversidad sexual, con base en el contexto histórico actual de la humanidad y la geografía, la cultura, la etnia de las personas.1
“Yo no creo en la Iglesia, creo en Dios, un dios que me acepta tal cual soy. El hecho de que me haya costado 32 años y cinco iglesias ser ordenado demuestra que mi fe persiste, mientras que mi afiliación a una institución ha cambiado muchas veces”, cuenta sobre el ...
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