Suéltame pasado - Semanario Brecha

Suéltame pasado

Google dejó de mirar al pasado y ha puesto su mira en el futuro, orientándose hacia campos como la robótica y la biotecnología. Ya no quiere organizar la información del mundo ni volverla accesible; el conocimiento, según la empresa, pasó a ser cosa del pasado.

Google y el camino del cyborg

Misión, visión y valores de la empresa: es lo primero que aconsejan tener claro a cualquiera que quiera lanzarse al mundo de los negocios. Suena tan tonto como un programa de 12 pasos. Pero funciona igual de bien.
Hace 14 años Google definió su misión: “Organizar la información del mundo y volverla universalmente útil y accesible”, que, conjugada con el lema informal de la compañía –“No seas malvado”–, era una dupla insuperable.
Google es una de las compañías más ricas y poderosas del mundo, pero quizás como ninguna otra su grado de maldad o bondad está en perpetua discusión. Hay una legión de entusiastas a quienes decididamente les importa un rábano si Google es buena, mala o neutra, si respeta o no la privacidad de sus usuarios, cómo maneja la publicidad en su página o los criterios de ranqueo de los resultados de su buscador. Simplemente entonan el coro pospolítico “Si no te gusta, no lo uses”, “Google es una empresa” (el énfasis es de ellos), o el conmovedor “¿Pero quién me va a querer espiar a mí?”.

Otro grupo, decididamente menor, se preocupa por lo que hace Google con sus datos, por el poder que acumula la empresa y por el efecto que tiene en la sociedad toda. Google, mientras tanto, se mueve frecuentemente en una zona gris, en la que los buenos anuncios (la encriptación de las búsquedas) son inmediatamente ensombrecidos por otros que revelan intenciones menos loables (mayor accesibilidad a los términos de búsqueda que llevan a una página si se pone publicidad que si no), por sólo nombrar dos de los muchos ejemplos de avances y retrocesos en temas de seguridad y transparencia. Lo que es indudable es que lo que Google hace de bueno, por pequeño que sea, tiene una difusión y repercusión inmensas (el anuncio en agosto del año pasado, de que las páginas encriptadas ranquearían más alto en el buscador, por ejemplo), mientras que lo menos bueno, incluso aunque implique el silencioso abandono de aquella “misión” de hace 14 años, pasa desapercibido.

Sobre finales de 2014, Larry Page había admitido que la misión de Google estaba desactualizada y que probablemente necesitaran cambiarla. Entrevistado por el Financial Times, Page dijo: “Estamos un poco en territorio desconocido y tratando de darnos cuenta de cómo usar todos estos recursos y tener un impacto mucho más positivo en el mundo”. Lo que resulta claro es que Google, definitivamente, dejó de mirar al pasado y ha puesto su mira en el futuro, orientándose hacia campos como la robótica y la biotecnología. Ya no quiere organizar la información del mundo ni volverla accesible; el conocimiento, según la empresa, pasó a ser cosa del pasado. Y sin importar cuán espectacular haya sido el fracaso de proyectos como el Google Glass y otros por el estilo, parece bastante claro que la idea de mejora de la humanidad que tiene Google es el camino del cyborg.

Sin embargo, ese abandono de la misión original dista de ser evidente para el usuario común, que se va dando cuenta poco a poco de los cambios. Por ejemplo, en 2011, de pronto desapareció la aplicación Timeline, que permitía filtrar los resultados del motor de búsqueda por fecha de publicación. En 2013, Hummingbird, el nuevo algoritmo de Google, apuntaba a mejorar los resultados de las búsquedas ya no por palabra clave, sino mediante preguntas, privilegiando las páginas con información nueva o reciente y orientadas más a la conversación que a la escritura.

Ahora, Andrew Baio y Jessamyn West han hecho un buen resumen de ese silencioso abandono del pasado por parte de Google en sendos artículos para Medium.com. En “Never Trust a Corporation to do a Library’s Job” (“Nunca le confíes a una corporación el trabajo de una biblioteca”), Baio detalla el fin o la decadencia de proyectos como Google Groups, Google Books y Google News Archive (destacando, de paso, el trabajo de Internet Archive, esa página gloriosa que a menudo viene a salvarnos con su Wayback Machine), mientras que Jessamyn West escribe la –a menudo hilarante– historia de cómo Google dejó de amar a los bibliotecólogos y archivistas.

Y es que Google abandonó hace rato al ratón de biblioteca por el ratón de laboratorio, al mismo ritmo que la información iba quedando cada vez más y más enterrada.

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