En el número anterior nos explayábamos acerca de la fiebre masiva por el juego Pokémon Go, su éxito sin precedentes y alguna de sus consecuencias en el entramado social. Las novedades y anécdotas en torno al juego continúan acumulándose a diario y de hecho podrían ser material más que suficiente para una sorprendente columna semanal.
A quienes al parecer no se le ha escapado la masividad del fenómeno es a un puñado de artistas sirios, seguramente indignados porque un videojuego movilice a tantas personas en el mundo y que en cambio el horror de las masacres en su país por lo general pase inadvertido o genere una radical indiferencia internacional. El mundo parece haberse insensibilizado parcialmente: las imágenes de damnificados de las incontables guerras que hay en el mundo no interesan, por haberse vuelto algo cotidiano, y cinco años de un conflicto en el que han muerto 470 mil personas y 5 millones han sido desplazadas (la mitad de ellas niños) está lejos de haber trascendido generando la indignación o la solidaridad esperables.
Es así que el artista y fotógrafo sirio Khaled Akil, residente en Dinamarca, ha creado fotomontajes en los que se ven niños y pokémones desorientados, deambulando por una ciudad en ruinas, o desamparados, desolados y llorando. “Al ser un ávido seguidor de noticias y tendencias sociales globales, encontré esta contradicción desconcertante entre la alegría del mundo Pokémon y el peligro que los niños sirios viven todos los días”, señaló Akil a la red Al Jazeera, aunque aclaró que su proyecto “no pretende culpar a la gente por no prestarle atención a Siria, es sólo un foco de atención en lo que está sucediendo allí”.
De manera similar, la Oficina de la Información de la Revolución, en Siria, inició una campaña en Twitter en la que se difunden fotos de niños sirios sosteniendo carteles con los personajes de Pokémon y mensajes como “Hay muchos pokémones en Siria, ven y sálvame”, “Estoy en Kafranbel, en Idleb, ven a salvarme”, o “Soy de Kafr Nabuda, sálvenme”, refiriendo a áreas de disputa en el norte de Siria a las que hoy les vendría bien que se les prestara atención y se les otorgara ayuda humanitaria.
Finalmente, Saif Aldeen Tahhan, diseñador gráfico, también ha difundido sus fotos de denuncia intervenidas, bajo el título “Syria Go”. En cada una de ellas, una mano sostiene un celular ante un fondo devastado, y en las pantallas de “realidad aumentada” aparecen objetos inexistentes, como un botiquín de primeros auxilios, un oso de peluche en una casa derruida, un salvavidas junto a una barca repleta de exiliados sirios, o una pila de libros sobre los restos de un pupitre de una escuela bombardeada. Es decir, aquellas cosas que deberían estar allí, pero que, para dar con ellas, habría que abocarse a una auténtica, desesperada y nada virtual cacería, no como aquellas a las que se lanzan los gamers en sus cruzadas para dar con el último “monstruo de bolsillo”.