Hablar de premios y homenajes suele conducir a algunos lugares comunes. Si son necesarios o no, si son merecidos, si realmente valoran con tino una obra o responden a una coyuntura que la excede, si se puede confiar en la probidad del jurado en pequeños circuitos en los que jueces y partes suelen entremezclarse. En el caso de los homenajes, son habituales los que conmemoran fechas o rescatan broncíneas figuras ya tragadas por el tiempo, aunque también están los que se guían por el imperativo de “hacerlos en vida”, a tal punto de repetir esta frase como latiguillo delante del homenajeado.
Noviembre ha sido, con justicia, un mes para estas distinciones, para celebrar la palabra y su uso posiblemente más exquisito, el de la poesía. El jueves 15, para sorpresa y alegría de muchos, Ida Vitale f...
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