Vuelven las series. No es que alguna vez se hayan ido, pero estamos en los días en que regresan las nuevas temporadas. En realidad nunca se van, porque alcanza con hacer zapping en cualquier horario para encontrarse con las mismas series que uno veía hace diez o veinte años. Llamativo o no, se celebraron los 20 años de Friends como si nunca hubiera terminado, y terminó hace diez años. Los Simpsons tiene 25 años, por lo que a esta altura reúne a tres generaciones frente al televisor. Seinfeld sigue emitiéndose, Will and Grace sigue, y no es de extrañar que en algún canal repitan Bonanza, por no mencionar la curiosa reaparición de Alf.
Las series se han instalado en la vida, triunfan y ganan adeptos de todas las franjas etarias. El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) escribió que “la momentánea suspensión voluntaria de la incredulidad constituye la fe poética”. En el cine, en el teatro, con obras que demoran poco en terminar (no más de unas horas), es comprensible que esta clase de fe funcione perfectamente. Incluso funciona con las series, aun siendo los espectadores sometidos a reiteradas muestras del detrás de cámaras donde los artilugios quedan al descubierto. Los personajes son creíbles, las tramas tienen sentido, no se cuestionan. No se cuestiona que los actores se repitan: la esposa frustrada del jefe del doctor Masters en Masters of Sex es la madre delirante y divertida de Mom, ambas contemporáneas en el planeta de las series.
El catalán Jorge Carrión, autor de Teleshakespeare (Errata Naturae Editores, 2011), señala en una entrevista publicada en el sitio hipermediaciones.com que “Lo importante es reconocer que nunca habían coexistido tantas ficciones televisivas de alta calidad ni tanta pluralidad: en efecto, también hay mucho culebrón (o series entre varias aguas, porque nadie cree ya en los géneros como corsé, pienso por ejemplo en Scandal o en Orange is the New Black). Y que por primera vez quien sanciona, organiza, canoniza un lenguaje artístico (en este caso: las series, el transmedia y los videojuegos) no es la academia o la crítica, sino la masa crítica, amorfa, global. Nosotros (no los cuatro académicos, los millones de televidentes) hemos decidido que Breaking Bad es una obra maestra, y lo hemos hecho en tiempo presente”.
Hay una evidente cercanía entre el espectador y la serie, algo distinto a lo que sucede con las películas. También, tienen la curiosa habilidad de vincular lo contemporáneo. Cuéntame cómo pasó (la 15ª temporada comienza el lunes 29 a las 21 horas en Tnu) es una serie del pasado reciente español que constantemente alude a temáticas actuales, convirtiéndose así en un clásico para varias generaciones.
Se comenta que la fuente de inspiración para los personajes femeninos “poderosos” de las series State of Affairs, Madam Secretary y la lamentablemente fuera del aire Political Animals es la mismísima Hillary Rodham Clinton. Comprensible, ya que no hay más mujeres poderosas a las que recurrir.