El tercer esclavo y la emperatriz - Semanario Brecha

El tercer esclavo y la emperatriz

Sorprendentes fueron los dichos que al menos un par de parlamentarios peruanos ventilaron, tanto en la prensa como en el mismo Congreso, en su lucha por oponerse al proyecto de unión civil para personas del mismo sexo presentado por el parlamentario Carlos Bruce.

Somos poco chistosos, los uruguayos. Es verdad que Pepe Mujica, sobre todo cuando fue presidente, hizo todo lo posible, alentado quizá por su antecesor Jorge Batlle, para borrar esa imagen de previsible corrección que parece impregnarnos desde nuestros genes. Y con cosas como, entre otras, “la vieja y el tuerto”, casi lo logra. Pero no del todo; hay que retroceder hasta el gran Adauto Puñales –marcado desde el nombre–, y aún más atrás, hasta los afortunadamente lejanos tiempos en los que la prensa nacional replicaba los dichos del nunca bien ponderado almirante o vicealmirante Márquez, para encontrar gemas como la de “el comunismo es como un pulpo, que con sus testículos nos atrapa” (Adauto) o “estábamos al borde del abismo y dimos un paso adelante” (Márquez).

Pero tanto Adauto como el vicealmirante palidecerían de envidia si se enteraran de algunos de los dichos que al menos un par de parlamentarios peruanos ventilaron, tanto en la prensa como en el mismo Congreso, en su lucha por oponerse al proyecto de unión civil para personas del mismo sexo presentado por el parlamentario Carlos Bruce. Rubén Condori, de Gana Perú, explicó en una entrevista radial las relaciones entre el desengaño o la frustración afectiva, y la homosexualidad: “Yo percibo que a veces una señorita muy resentida con el varón, por maltrato que tal vez sufrió en su juventud o niñez, por allí está el resentimiento y se vuelve lesbiana. Los varones igual”. Y también la inspiración de Hitler: “Yo leí la obra Mi Lucha de Hitler, no comparto su criterio, pero él decía que se le haga seguimiento a una prostituta, a un ambicioso, a un comunista, y se dieron cuenta de que eran judíos (sic). Es una situación extrema pero en parte tiene razón, porque hay inconductas que se generan por un tipo de vida. La homosexualidad es más o menos una inconducta”.

No menos sorprendente fueron algunos conceptos vertidos por Julio Rosas, que renunció a Fuerza Popular, el grupo liderado por Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori –aún preso por graves violaciones a los derechos humanos y a la Constitución–, después de que ésta expresara en una conferencia en Harvard su acuerdo con la unión civil y el aborto terapéutico. Rosas formuló cosas como las siguientes: “He escuchado hablar de ‘la modernidad’, como si la homosexualidad fuera sinónimo de la modernidad. Esto de la homosexualidad tiene miles de años. (Hubo) en la Grecia antigua, en la Roma antigua. (El emperador) Nerón tuvo relaciones sexuales con su tercer esclavo, Pitágoras. Se casó con él y lo convirtió en emperatriz. ¿Nerón es moderno?”. “La familia natural corresponde a las ciencias naturales, no a las ciencias sociales; una institución de un hombre y una mujer.” “No se puede legislar en base a la orientación sexual. Según la Asociación Americana de Psicología, la orientación sexual es una atracción. (…) Hoy es la atracción entre personas del mismo sexo, mañana es a menores.” También que “no existe la orientación sexual como un derecho humano” y que “la familia no se define por lazos afectivos, sino por lazos consanguíneos”.

Lo rústico de sus conceptos puede causar gracia, pero la consecuencia del parlamentario en lo que él considera su “defensa de la familia” es cualquier cosa menos graciosa. Entre sus actividades contra el proyecto de unión civil se contó su presencia en el Congreso acompañado del colectivo “Parejas reales” –que hizo en las redes sociales una campaña contra la película peruana A los 40 porque su director Bruno Ascenzo y sus actrices se pronunciaron a favor del proyecto– para entregar un documento con 43 mil firmas de ciudadanos que se oponen al mismo. Rosas también ha estado al frente de marchas de protesta en el mismo sentido, y ha organizado la visita al Perú de militantes anti gay como los estadounidenses Matthew Staver y Michael Brown.

Y no le fue tan mal. Por ahora, la ley de unión civil en el Perú ha quedado archivada.

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