Tregua de baja intensidad - Semanario Brecha

Tregua de baja intensidad

El 22 de febrero Estados Unidos y Rusia publicaron una declaración conjunta que establece un cese al fuego en Siria. La tregua fue avalada por el Consejo de Seguridad de la Onu, no se aplica a grupos declarados terroristas y –más allá de su duración– representa un triunfo de Moscú en el escenario internacional.

Inicio de la tregua en Damasco, el 27 de febrero / Foto AFP: Sameer Al-Doumy

Pocos creen que el alto el fuego negociado por Estados Unidos y Rusia pueda resolver los problemas del atribulado país que sufre cuatro años de guerra, 250 mil muertos y 11 millones de personas sin hogar. Pero eran menos los que alguna vez imaginaron que se llegaría a una tregua en la que Moscú tuviera un papel decisivo. Apenas un año atrás parecía inconcebible que el eje Damasco-Teherán-Moscú, con la ina­preciable ayuda de la milicia de Hizbolá, fuera capaz de dar un vuelco en la situación extrema que enfrentaba el presidente Bashar al Asad, a punto de ser derribado por la fuerza.

La tregua, que entró en vigor el 27 de febrero, ha registrado violaciones ocasionales, nada grave ni inesperado. “Este cese el fuego temporal representa una buena oportunidad para una tregua general, que sería clave para las conversaciones pacíficas”, dijo el ex embajador de Estados Unido en Siria, Richard Murphy (Sputnik, martes 1).

Es importante destacar que la tregua no cubre a los grupos yihadistas como el Estado Islámico (EI) y el Frente Al Nusra, rama de Al Qaeda en Siria. El primero se atribuyó la responsabilidad por un coche bomba en la provincia de Hama y Nusra ha llamado a redoblar los ataques.

En todo caso, si las cosas marchan razonablemente bien, se espera poder reanudar las conversaciones de paz en Ginebra para el 7 de marzo.

RUSIA RECUPERA SU PAPEL. Las operaciones militares rusas en Siria, iniciadas el 30 de setiembre de 2015, representan la primera presencia militar activa del Estado ruso fuera de fronteras desde la disolución de la Unión Soviética. La activa participación de cazas en el bombardeo sistemático de las posiciones insurgentes ha sido clave, según todas las fuentes, en la consolidación del gobierno sirio.

A juzgar por las observaciones de Robert Fisk en el terreno, los equipos que Rusia entrega a Damasco están cambiando el curso de la guerra. El corresponsal destaca los tanques T-90, que son operados por soldados sirios entrenados por asesores rusos. Aunque ha desplegado sus cazas de última generación en Siria, “el apoyo militar más importante que los rusos han dado a los sirios no son sólo los tanques –impresionantes– sino la tecnología que va con ellos”, asegura Fisk (The Independent, 27-II-16).

En efecto, los T-90 cuentan con dispositivos que hacen estallar los misiles enemigos antes de impactar en el casco, desviándolos de su trayectoria. A ellos se suman los nuevos sensores de movimiento de visión nocturna y el equipo de vigilancia y reconocimiento electrónico. “En un ejército que ha tenido más de 60 mil muertos en casi cinco años de dura lucha, los oficiales de Siria han descubierto de repente que la nueva tecnología rusa ha coincidido con una rápida disminución de sus víctimas”, destaca Fisk.

Esto ha permitido a las fuerzas especiales del ejército de Siria, la Guardia Revolucionaria iraní y los combatientes del Hizbolá libanés recuperar gran parte del territorio que estaba en manos de la oposición, sobre todo en la franja costera. Alepo, en el norte, ya está en manos de Asad, y a su vez sus tropas pisan Raqqa, el bastión del Estado Islámico en la región petrolera y desértica.

El corresponsal británico asegura que la presencia extranjera en Siria, favorable a Damasco, ha sido exagerada. “Hay menos de 5 mil guardias revolucionarios iraníes, incluyendo asesores y soldados, y otros 5 mil combatientes extranjeros incluyen afganos, paquistaníes y miembros de Hizbolá.” En una ofensiva iniciada en noviembre, consiguieron romper los cercos de los estratégicos pueblos chiitas de Fuah y Kafraya. Por su parte, los kurdos comenzaron a avanzar hacia el sur, completando un amplio frente contra el Estado Islámico que despertó el odio del gobierno turco.

Como destaca la española Pilar Bonet, corresponsal en Moscú, “al intervenir militarmente en Siria, Rusia ha vuelto a los escenarios geoestratégicos de la Unión Soviética. Su objetivo clave es recuperar su papel de potencia global y restablecer una relación de igualdad con Estados Unidos como protagonistas de una arquitectura de seguridad que quiere romper con el modelo acuñado tras la desaparición de la Urss hace un cuarto de siglo” (El País, 27-II-16).

TURQUÍA Y ARABIA SAUDITA. “Un desafío particular es impedir que se abastezca a los terroristas desde afuera, por lo que es necesario cerrar la frontera sirio-turca, por donde pasa el suministro de armas a los grupos armados, también en los convoyes con ayuda humanitaria”, dijo el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, durante una sesión de alto nivel del Consejo de la Onu sobre Derechos Humanos en Ginebra.

Agregó que Turquía envía armas en camiones con ayuda humanitaria a los terroristas en Siria y que los periodistas turcos que informan sobre este suministro son perseguidos por Ankara. El Ministerio de Defensa ruso viene denunciando también que el Estado Islámico vende en Turquía el petróleo robado en Siria, aunque no precisó si lo hacía con el beneplácito del gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

La alianza entre Riad y Ankara tiene en la frontera turco-siria su centro de gravedad, enfocado contra las organizaciones populares armadas kurdas. Erdogan justificó los ataques en Siria porque considera “terroristas” a las fuerzas kurdas, y que el ataque a las zonas gobernadas por esas milicias forma parte de los mismos operativos que mantiene en el sureste de su país contra el pueblo kurdo.

“Ankara no está obligado a respetar la tregua si hay una situación que amenaza la seguridad de Turquía”, dijo el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. El diario turco Cumhuriyet reveló la existencia de frecuentes llamadas telefónicas entre militares turcos y Mustafa Demir, una figura destacada del Estado Islámico en la frontera sirio-turca. El periódico señaló que “las transcripciones y los documentos de la investigación han revelado que Demir recibió dinero de los contrabandistas de la frontera y cooperó con los oficiales en el cruce transfronterizo” (Rebelión, martes 1).

La Ong británica Investigación de Armamento en Conflicto (Iac) reveló que al menos 51 empresas en más de 20 países, incluidos Estados Unidos, China, Brasil, Japón e Irak, están involucradas en la cadena de suministro de componentes utilizados por el EI. Citando a un periódico local, Iac asegura que el gobierno de Erdogan le envía sacos de nitrato de amonio a través de las fronteras con Siria, para que los terroristas construyan bombas.

Por su parte la diplomacia saudí asegura que Asad debe irse de un modo o de otro, y la Casa de Saud decidió desplegar cazas en Turquía preparando el terreno psicológico para una intervención directa en Siria. “Turquía confirmó que Arabia Saudita enviará personal militar y aviones de combate a su base militar de Incirlik, situada en la frontera con Siria, para luchar contra el Estado Islámico” (Russia Today, 17-II-16). Al parecer, ambos países estarían dispuestos a encarar acciones militares terrestres. Las más difíciles y costosas.

Llama la atención que Riad se empeñe en abrir un nuevo frente bélico cuando aún se encuentra empantanado en la guerra civil en Yemen, donde la intervención saudí ha conseguido pocos avances, mientras existen fuertes denuncias de genocidio contra la población local. Quizá por eso el jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Mohamed Ali Jafari, advirtió que la intervención terrestre en Siria equivaldría a un suicidio, y exclamó: “No creo que se atrevan”.

El filósofo Santiago Alba Rico, especialista en la cultura islámica, nos recuerda que al comenzar la tregua todos los actores siguen bombardeando: los rusos sobre Alepo, los estadounidenses y franceses sobre Raqqa, los turcos sobre los kurdos. Todos estos bombardeos son ilegales, criminales y además contraproducentes; son la levadura del terrorismo y el jinete apocalíptico de los refugiados. Son, sobre todo y por desgracia, banales como una gripe o un orzuelo” (Cuarto Poder, 24-II-16).

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