Un video promocional de la empresa Uber ambientado en una suerte de mundo tecnológico feliz dice: «Cuando nos movemos, ayudamos a las personas a moverse a nuevos lugares en la vida o justo al otro lado de la ciudad. Quince millones de viajes y entregas al día. Viajes que crean oportunidades para hacer que sucedan sorpresas, sucedan segundas oportunidades, resoluciones y revoluciones, y que sucedan ravioles con carne y libertad».1 Pero detrás de este ideal de libertad y creación de oportunidades que pregona la empresa aparece un mundo de coacción, amenazas, violencia organizada, compra de favores políticos y violación de leyes nacionales e internacionales: el real universo Uber.
EVASIÓN FISCAL MILLONARIA
«Los líderes de la evasión fiscal han sido empresas de tecnología: Google, Apple, Facebook, Amazon y Uber.» Estas palabras, escritas hace unos años por Nick Srnicek, resuenan ahora frente a la filtración de más de 124 mil documentos de Uber que llegaron a manos del diario The Guardian y fueron compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Cientos de periodistas de decenas de medios han analizado los archivos, que abarcan desde 2013 hasta 2017, momento en el que Uber desembarcaba en cientos de ciudades –desde Londres, París y Madrid hasta Buenos Aires y Montevideo–, sin respetar el marco legal de cada país, esquivando las legislaciones impositivas y laborales. Los archivos muestran la escrupulosa planificación de los ejecutivos de Uber para evadir millones de impuestos en el mundo. Aunque su sede se encuentra en San Francisco, el centro financiero para la recaudación de cada viaje en centenares de ciudades de todo el mundo está en Países Bajos, donde las empresas no pagan impuestos. Es decir, es un paraíso fiscal.
En 2012 Uber creó una empresa holandesa, Uber BV, para recibir el pago de estos viajes, a partir de la cual armó el esquema de evasión fiscal millonaria. Según diferentes medios, Uber BV devolvía al conductor hasta el 80 por ciento de cada viaje; el resto lo enviaba a Bermudas, Islas Caimán y otros destinos, donde los ingresos de las empresas no están sujetos a impuestos. La triangulación evitaba que las autoridades fiscales de cada país supieran cuánto ganaban los choferes, porque su pago se hacía a través de Holanda. De acuerdo a las estimaciones del Centro Internacional para el Impuesto de Sociedades, la Responsabilidad y la Investigación (Cictar), Uber evadió unos 556 millones de dólares en impuestos a escala mundial solo en 2019.
Entre los correos filtrados se pueden leer las palabras de Rachel Whetstone, jefa de comunicación de Uber: «Lo de Bermudas o Islas Caimán es lo que realmente cabrea a mucha gente en Europa». También se admite la violación de la ley y la concreción de sus operaciones sin autorización, mediante la broma de que eran «jodidamente ilegales» y de que se habían convertido en «piratas». Los millones de datos recolectados por Uber (y por las empresas de plataforma en general) en el proceso de trabajo de conductores y clientes, además de los precios y la recaudación, son opacos para los trabajadores y el Estado. Mientras las autoridades fiscales en distintos países ordenaban redadas en sus oficinas, Uber ordenó la utilización de un kill switch, una suerte de interruptor tecnológico para evitar que la Policía y el fisco accedieran a datos confidenciales y, así, que las autoridades constataran el volumen de negocios de la empresa. Esta práctica fue ejecutada en Francia, Holanda, Bélgica, India, Hungría y Rumania.
Hacia 2019, antes de llegar a la Bolsa de Valores de Nueva York, Uber reestructuró el negocio global. La filial holandesa compró la propiedad intelectual que antes pertenecía a la sociedad financiera en Bermudas, utilizando un préstamo de 16.000 millones de dólares de la filial en Singapur. La compleja maniobra se hizo luego de que la Unión Europea presionara con medidas contra la evasión fiscal. La nueva arquitectura financiera contenía importantes ventajas fiscales, pues reestructuró préstamos entre filiales para reducir su renta imponible en Holanda en unos 1.000 millones de dólares al año durante dos décadas. Estas maniobras continuas, hechas para confundir a las autoridades fiscales, llevaron a los defensores de la justicia fiscal a definir a Uber como «la Champions League de la evasión fiscal» (El País, 12-VII-22).
LOBBY Y COMPRA DE FAVORES POLÍTICOS
La investigación también reveló que diferentes gobernantes, como el presidente francés, Emmanuel Macron, y funcionarios del gobierno del expresidente argentino Mauricio Macri favorecieron el ingreso de la empresa en sus países e impulsaron la modificación del marco legal de acuerdo a sus intereses. También aparecen exasesores de Barack Obama, cancilleres de Reino Unido y autoridades italianas, entre otros.
En los documentos filtrados se muestra la relación del CEO de la empresa, Travis Kalanick, y Macron, quien colaboró secretamente con la empresa en Francia cuando era ministro de Economía, permitiendo que Uber tuviera un acceso frecuente y directo a él y a su personal. El actual presidente francés parece haber hecho todo lo posible para instalar Uber en el país e, incluso, le dijo a la compañía que había logrado negociar un acuerdo secreto con sus opositores en el gabinete. En Argentina, según el Diario Ar, las autoridades de Uber buscaron convencer a funcionarios cercanos al gobierno de Macri para evitar el pago de impuestos y cargas patronales, y modificar las regulaciones laborales. En 2019, Uber logró un dictamen del Ministerio de Hacienda y del fisco que le permitió reducir el pago de impuestos a las ganancias patronales. The Guardian también informó que Uber orquestó un operativo político para vincularse con diversos oligarcas rusos y, de esa manera, acceder al Kremlin y posicionarse en Rusia. Así, contrató operadores políticos para que movieran influencias y sobornaran a los funcionarios públicos. El operativo también le permitió hacer alianzas con empresas controladas por magnates rusos e, incluso, con el director del principal banco controlado por el Estado, el Sberbank.
Estos son algunos ejemplos de los muchos que aparecen en los informes filtrados, en los que se lee que Uber invirtió cerca de 90 millones de dólares en 2016 exclusivamente en el lobby político e, incluso, académico, pues se muestra cómo prestigiosos investigadores hicieron estudios favorables a la empresa a cambio de enormes sumas de dinero. En la filtración se lee que «su estrategia a menudo implicaba pasar por encima de las cabezas de los alcaldes de las ciudades y las autoridades de transporte, y llegar directamente a la sede del poder». De modo que Uber transitó los pasillos de parlamentos, oficinas fiscales y gobiernos presentándose como empresarios locales, para que los países adecuaran su legislación al modelo de uberización, un modelo que compra favores políticos para evadir millones de dólares en los Estados y arrasar con los derechos laborales de sus trabajadores.
TRABAJADORES: CARNE DE CAÑÓN
Como se sabe, Uber no reconoce a los conductores como dependientes, sino que se autodefine como una «empresa tecnológica» y a sus trabajadores como autónomos o unipersonales mediante la envoltura ideológica del «jefe de sí mismo». Este mecanismo implica que el trabajador se ve despojado de los derechos laborales conquistados por décadas de luchas y acarrea con los riesgos y los costos de su actividad. En suma, la uberización es sinónimo de precarización laboral.
La investigación periodística muestra cómo los conductores fueron tratados como carne de cañón cuando fue necesario, siempre que sirvió al crecimiento de la empresa. Los Uber files revelan que el propio Kalanick intentó provocar choques violentos contra los conductores de la plataforma en todo el mundo para sacar partido de las imágenes impactantes. En medio de huelgas de taxis y disturbios en París, ordenó a los ejecutivos franceses que tomaran represalias, alentando a los conductores de Uber a realizar una contraprotesta. Cuando los ejecutivos franceses advirtieron que, si hacían eso, se corría el riesgo de que los conductores fueran atacados por «matones de extrema derecha» que se habían infiltrado en las protestas, respondió: «Creo que vale la pena. La violencia garantiza el éxito». La estrategia era «mantener la controversia encendida» para acelerar la instalación de sus operaciones.
Así, lejos del sueño emprendedor y las nuevas tecnologías al servicio del desarrollo social y económico, el éxito de Uber se construyó sobre la base de la evasión fiscal, el lobby y, especialmente, la explotación laboral de sus conductores. Como señaló Alex Marschall (The Guardian, 13-VII-22), presidente del Sindicato de Trabajadores Independientes de Gran Bretaña, enfrentar el modelo de uberización pasa por fortalecer la regulación de los Estados y, principalmente, la organización colectiva internacional de los trabajadores uberizados.
* Sociólogo, docente e investigador de la Universidad de la República y del Consejo de Formación en Educación.
1. Puede leerse un análisis discursivo de Uber en el artículo «Un clic y estás afuera. Visualización del sujeto-trabajador de entregas por plataforma», de Carmen Aroztegui y Nicolás Marrero, publicado en Trabalho & Educação en setiembre-diciembre de 2020.