O menstruó o menstruará, aunque no se hable mucho del tema. Se evita por todos los medios, pareciera un verbo o una palabra prohibida. Pero la menstruación no es cosa sólo de mujeres, sino de toda la humanidad.
Por estos días se hizo noticia en medios anglosajones que Kiran Gandhi “corrió la maratón de Londres sin tampón”. Lo hizo porque pudo hacerlo, porque está sana y por vivir en Londres.
En su sitio kirangandhi.com, comentó: “Tuve la menstruación la noche antes de la maratón y fue muy doloroso. Era mi primera maratón y ya venía bastante nerviosa por eso. Hacía un año que entrenaba duro y con entusiasmo, pero nunca había practicado mientras tenía el período. Analicé mis opciones. Correr los 42 quilómetros con una faja de tela de algodón encajada entre mis piernas parecía absurdo. Dicen además que el roce no es menor. Honestamente no sabía qué hacer. Me sentí agradecida de tener acceso a tampones y esas cosas, de ser parte de una sociedad que al menos tiene ‘normas’ alrededor del período. Definitivamente, podía elegir ser parte de esa norma a expensas de mi propio confort y lidiar con eso calladita”.
No lo hizo. Corrió. Terminó la carrera codo a codo con sus dos amigas y compañeras de entrenamiento, llegó sangrante y victoriosa a la meta donde su hermano, su padre y su madre la esperaban para abrazarla. “Corrí con la sangre bajando por mis piernas, por las hermanas que no tienen acceso a tampones y por las hermanas, que, a pesar de los calambres y el dolor, se esconden y lo ocultan como si no estuvieran menstruando.”
La menstruación está rodeada de mitos y folclore, de silencio y culpa. Suele mencionársela con asco. En un artículo de unwomen.org, titulado “Desbloqueando beneficios múltiples para mujeres y niñas a través del saneamiento y la higiene en la era post 2015”, se analiza: “Lamentablemente en muchos países las instalaciones de los servicios sanitarios son inadecuadas e insuficientes para las niñas y mujeres que menstrúan. Esto significa que mujeres y niñas no tienen otra opción que limitar sus actividades educativas, sociales y económicas durante la menstruación. Asímismo deben lidiar con el estigma, el silencio y la vergüenza que rodean a este fenómeno puramente biológico”.
Pero además de las limitaciones materiales, el estigma no es menor y el silencio no ayuda. La mayor parte de las niñas reciben su primer período sin tener idea de qué es lo que les pasa, a veces aterradas. Wash Internacional señala que el 48 por ciento de las niñas en Irán, el 10 por ciento de las niñas en India y el 7 por ciento de Afganistán creen que la menstruación es una enfermedad. En Uganda no hay acceso a calmantes para el dolor, así que las niñas permanecen hasta una semana en cama. En la India rural no tienen ningún tipo de acceso a toallas higiénicas, ni imaginan lo que son los tampones. En el centro y norte de África el limitado acceso a la información resulta en mitos y tabúes que terminan a veces en prácticas dolorosas. La percepción de las niñas está basada en una serie de supersticiones y creencias que pasan de generación en generación y que llevan a las mujeres a limitar sus vidas. En las escuelas el tema no se trata.
Como reacción, en India un grupo de emprendedoras unió fuerzas y lanzó menstrupedia.com, con el objetivo de “brindar contenido multimedia informativo y entretenido. La Menstrupedia es pequeña pero es un paso importante para romper los mitos y malentendidos que rodean a la menstruación desde siempre”.
El día de la higiene menstrual (menstrualhygieneday.org) es otra iniciativa que trata de concientizar sobre el tema y trabaja en varios países para mejorar la situación. Tiene varias misiones, entre otras asegurarse de que las mujeres presas en cualquier lugar del mundo puedan tener acceso a todo lo necesario para vivir una menstruación saludable. Por cierto, esa condición no figura en ningún lado, ni entre las reglas básicas de la Onu sobre el tratamiento de prisioneros, donde, por cierto, se establece que los varones puedan afeitarse.
Pero no hay que irse lejos para no escuchar hablar de la menstruación. En Uruguay es poco común el tema en clase, tampoco es una pregunta habitual en el consultorio médico. Brecha preguntó a una educadora sexual por su experiencia luego de visitar quintos años de escuelas públicas en Montevideo y sus palabras no fueron muy alentadoras. Ante la pregunta ¿qué es la menstruación?, la mayor parte de los niños y niñas respondieron “son piojos”. “Había dos o tres niñas que sabían, pero eran muy pocas, incluso había varones que creían que ellos también menstruarían, llegada la edad”, declaró la educadora.