El triunfo electoral del 27 de octubre auguraba al Frente de Todos un mandato difícil en el que debería enfrentar la pobreza y el desempleo crecientes y una renegociación de una deuda externa de 44.500 millones de dólares, repartida entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una serie de acreedores privados. Antes de que apareciera el covid-19 en el radar, Alberto Fernández reinstauró los ministerios de Salud, Obras Públicas y Medio Ambiente, que Mauricio Macri había degradado al rango de secretarías, y creó la cartera de Mujeres, Género y Diversidades y la de Vivienda. Ese nuevo estatus otorgado al rol social del Estado causó grandes expectativas y el flamante gobierno se posicionó en sus primeros meses de gestión con una popularidad cercana al 70 por ciento.
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