Aunque se ha derogado el decreto 883, que aumentaba el precio de los combustibles y que generó la extensa ola de protestas de comienzos de mes, la situación en Ecuador es aún muy compleja y todavía hay dudas sobre la real implementación de la derogación. El movimiento indígena sigue alerta. El presidente, Lenín Moreno, ha flexibilizado su postura, pero aún no se sabe cómo lo presionará el Fmi, verdadero autor del paquete de reformas de Moreno, y si le eliminará los préstamos. El de este octubre no ha sido sino un round más de un conflicto histórico. Entenderlo pasa por reconocer tres aristas.
LA POSTURA HISTÓRICA DE LAS FUERZAS ARMADAS. En los años noventa y en la primera década de este siglo los movimientos indígenas sacudieron Ecuador. Tres presidentes fueron derrocados por movilizaciones disruptivas que rápidamente desalojaron del poder a Abdalá Bucaram (1996-1997), Jamil Mahuad (1998-2000) y Lucio Gutiérrez (2003-2005). En todos esos derrocamientos populares las fuerzas armadas tuvieron siempre un carácter de contención y respetaron las decisiones de los sectores populares.
En el actual conflicto de 2019 hemos visto videos de militares marchando con la gente en la protesta, respetándose mutuamente. Los hemos visto ceder ante el avance popular, y se han producido escaramuzas y choques de militares con las fuerzas policiales más activas en la represión, especialmente en Guayaquil.
Las fuerzas armadas ecuatorianas han tenido un posicionamiento muy diferente al de otros ejércitos de la región. Su composición es más popular, y a lo largo de su historia han tenido experiencias progresistas en su seno. El ejemplo histórico es Eloy Alfaro, general y presidente a comienzos del siglo pasado, que introdujo un enfoque popular de gobernanza y relacionó a los militares con ese proceso. El alfarismo sigue siendo una tendencia importante, un símbolo vinculante, en la política de Ecuador y en las fuerzas armadas de este país. Eso puede explicar en parte la comprensión que se ve en los videos entre manifestantes y militares, imágenes que no podrían verse en Argentina, Chile o Colombia. Habría que recordar cómo, días atrás, el Ejército peruano respaldó rápidamente el cese de funciones del Congreso dispuesto por un presidente que ni siquiera ha sido electo.
Más acá en el tiempo, el presidente Rafael Correa (2007-2017) tuvo el mayor choque de su mandato con fuerzas policiales, las que en una oportunidad llegaron a secuestrarlo. En cambio, su relación con las fuerzas armadas no produjo hitos de confrontación importantes. Esto no quiere restar importancia al papel del Ejército en el mantenimiento del orden actual y en la permanencia de Lenín Moreno en el poder. Pero sí debe resaltarse que los militares aceptaron que las fuerzas populares tomaran la capital sin mayores costos y permitieron el traslado del gobierno hacia otra ciudad costera. ¿Imagina el lector que eso pudiera ocurrir en Perú o en Colombia?, ¿en Argentina o Chile?
Resulta lógico, entendiendo esto, que Moreno no confiara en las fuerzas represivas para mantener el control de Quito. Ya van muchos presidentes depuestos en revueltas en las que los militares han dado un paso al costado. Por esto, y por otra razón histórica, Moreno prefirió abandonar la capital y despachar desde Guayaquil.
LA CONFRONTACIÓN SIERRA/COSTA O GUAYAQUIL/QUITO. Una de las sorpresas del levantamiento de los últimos días es que produjo la emergencia de la ciudad de Guayaquil como abiertamente reactiva al movimiento insurgente. El levantamiento indígena tomó la región de la sierra y la Amazonia, incluida Quito y la sede del Legislativo, pero el Ecuador de la costa salió a defender al gobierno de Moreno y las medidas de ajuste.
En la costa Moreno se siente más blindado. La posición política que han tomado buena parte de los habitantes de Guayaquil y sus instituciones locales, sus medios y la Iglesia, choca contra el resto del país. La región de la costa, en la que se ubica Guayaquil, es la región mestiza de Ecuador, una nación eminentemente indígena. Mientras que Guayaquil es la capital económica y concentra los poderes fácticos económicos, en la sierra se despliega el país campesino y productor.
La división es histórica y refiere al choque civilizatorio vinculado a la invasión europea. No se trata de medios manipuladores o alcaldes corruptos: son dos visiones que siempre están chocando. Tanto los medios como distintas autoridades de Guayaquil han pronunciado discursos racistas contra el movimiento indígena y proclamaron la defensa de la ciudad contra cualquier intento de marchar hacia el despacho transitorio de Moreno.
MOVIMIENTOS SOCIALES VERSUS EL LIDERAZGO DE CORREA. El tercer elemento que complica la canalización de la emergencia popular es el choque de las principales organizaciones indígenas, como la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie), contra Rafael Correa, quien desde las redes trata de capitalizar la crisis de Moreno. A su vez, Correa es el blanco de los ataques de Moreno, quien lo ha acusado de dirigir las acciones de protesta en su contra. Debe recordarse que el actual presidente fue el vice de Correa, pero tras su triunfo electoral se ha abierto entre ellos una lucha feroz que tiene a este último en el exilio en Europa.
Durante los gobiernos de Correa la fricción con la Conaie fue estridente. Lo cierto es que esta organización tiene una capacidad de movilización impresionante que Correa no tiene, pero el ex presidente tiene los votos que la organización indígena no posee, además de la posibilidad de liderar un proceso que subordine a todos los factores de poder, incluyendo a las fuerzas armadas y policiales. La Conaie, hasta ahora, no ha podido generar esa confianza en la mayoría de la población y no ha resultado favorecida en las urnas cuando ha participado. Correa, en cambio, siempre salió victorioso en los eventos electorales.
Mientras que el levantamiento popular de los últimos días ha sido acompañado por todos los sectores opositores, la Conaie se ha desmarcado radicalmente de Correa y ha vuelto a recordar los años de confrontación con este. El desmarque dificulta que la criminalización del correísmo implementada por Lenín Moreno sea extrapolada automáticamente al movimiento insurgente. Pero por otro lado tiende a dividir al movimiento popular.
* Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela.